¿Cómo salir del limbo militar?
Las Fuerzas Armadas de Colombia parecen atrapadas en un oscuro túnel en el cual sus méritos, sus proezas militares, las condecoraciones obtenidas en combate, una vida de sacrificios y disciplina, se transforman en un lastre cuando los juzga la justicia civil, que en algunos casos considera que esos antecedentes de heroísmo los incriminan; puesto que toda guerra tiene que ver con el combate y la muerte, luego atenta contra el derecho a la vida que es el principal para el hombre.
No importa que actúen en defensa propia, para salvar la sociedad en peligro, por la patria. Nada es valedero para ciertos energúmenos civilistas de mente cuadrada al interpretar los códigos, todo uniformado es un criminal en potencia. Y en vez de uniforme debieran usar una camisa de fuerza. En reciente encuesta salió a relucir que los militares le temen más a la justicia parcializada que a los subversivos. No es que los militares tengan el Cristo de espaldas, es que, en algunos casos, unos cuantos jueces -no todos- sienten una hostilidad ideológica o visceral manifiesta contra ellos.
Eso lo entiende el Partido Conservador y los amigos del orden de todas las tendencias. Es así como su presidente Efraín Cepeda y los senadores que votaron afirmativamente por el Fuero Militar han dejado una constancia histórica de respaldo a los militares en el Congreso, así otros sectores de la política hayan reculado. El voto por el orden se da a favor del primer proyecto que presentó el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, con miras a enderezar las condiciones de desventaja judicial que sufren las Fuerzas Armadas y aprobar el Fuero Militar; iniciativa legislativa que se hundió.
También se busca crear un Tribunal Militar con funciones de control de garantías en los procesos penales contra los soldados. Tribunal que, con excepción de los casos de lesa humanidad, sería competente para el resto de eventuales delitos. Lo anterior debe entenderse en el marco de una guerra, de un conflicto interno en el cual la subversión tiene apoyos importantes en el exterior. Y algo que es fundamental: se crea un fondo del Estado para defender a los militares enjuiciados.
El Gobierno presentó otra iniciativa legislativa a consideración del Congreso, en la que acoge las observaciones de una comisión de notables que estudió el asunto a la luz de los tratados internacionales y disposiciones legales, que cercena en buena parte las alternativas del primer proyecto, así sean bien intencionados y contemplen algunos beneficios. Los juristas fueron más papistas que el Papa. ¿Cómo se puede librar una guerra por la recuperación del orden y consagrar la paz, si se amarra, en cierta forma, a los militares a la instancia civil?
Por esas razones y otras con las que no quiero fatigar a los lectores de El Nuevo Siglo, ni ser monotemático, para sacar del limbo jurídico a los soldados y ganar la guerra debemos reformar el sistema. Tan noble propósito de alta política debe apelar al apoyo popular mediante un Referéndum o una Constituyente, que consagre el Fuero Militar.