ALBERTO ABELLO | El Nuevo Siglo
Domingo, 23 de Octubre de 2011

Gadafi en el congelador

Las  noticias vuelan, en vivo los medios de comunicación globales difundieron algunos detalles del fin de Muammar Gadafi, en dos vídeos que dieron la vuelta al mundo y que suscitan contradictorias dudas, sobre su fin. ¿Lo ejecutaron previamente o murió en un intercambio de disparos? ¿El bombardeo de las fuerzas de la OTAN a una caravana de vehículos en la que viajaba, que había sido descubierta por aviones espía sin piloto de los EE.UU., desarticuló la fuga  y lo condujo al destino fatal? Un vídeo desde un celular muestra a un hombre aún con vida, herido, acorralado,  al que previamente le han eliminado a sus guardaespaldas, al que las turbas golpean y arrastran brutalmente. En instantes  otro vídeo lo presenta sin vida. El mundo se entera que  en un polvoriento e ignoto camino de Libia yace el dictador que durante 42 años gobierna con puño de hierro el país. Al parecer recibió un disparo en el estomago. Posteriormente se dice que  otro tiro perforó la cabeza. Al mismo tiempo se advierte que todo ocurrió cuando era transportado en una ambulancia que es interceptada por leales al hombre fuerte y se produce  una balacera con los rebeldes. Confrontación que no aparece en los vídeos. Los expertos entran en dudas de inmediato, surgen todo tipo de especulaciones.
Luego se sabe que el túnel no era un refugio, se trataba de un desagüe en el cual intentan esconderse Gadafi y los suyos. Es posible que en el proveedor de su pistola de oro o mejor con baño de oro (el oro no resiste la presión y el calor de los disparos) ya no tuviese balas. Así que estaba inerme, bastaba inmovilizarlo y entregarlo a los altos mandos. Así habrían podido sacarle valiosa información sobre sus tesoros, alianzas políticas y el terrorismo internacional.
Al parecer, dos jóvenes que lo apresan  se ufanan de su hazaña: Salem Bakeer, dice: “Omran lo atrapó y luego yo le tiré de las piernas hacia el exterior. Cuando salió, Omran le plantó su pistola debajo de la barbilla”. Yo lo vi: “me quedé sin voz, no podía ni pensar, fue una sorpresa total.  Ambos coinciden en que estaba herido, sangrando, pero no grave”. Un oficial niega su versión y todos callan.
Entre tanto, el cadáver de Gadafi (las  informaciones confusas omiten los títulos que ostentó en vida) es trasladado a Misrata, lo depositan en un frigorífico, mientras un comité de revolucionarios debaten sobre qué hacer con sus restos. Los valiosos secretos del jefe revolucionario se pierden con su muerte, el mapa mental del terrorismo revolucionario y sus tesoros. En el caso colombiano Vera Grabe cuenta que con el fundador y jefe del M-19 Jaime Bateman Cayón, estuvieron en Trípoli. Bateman, antes de la reunión, hizo una lista de la ayuda y las armas que le pediría al militar libio. Vera, de momento, las consideró exageradas. Y Bateman le dijo: que con los árabes debemos  abultar el pedido, dado que suelen pedir rebaja. Y el presidente Juan Manuel Santos, informa de nexos  de Gadafi con las Farc.