Los caminos se bifurcan
“Ambiciones contrapuestas, políticas aupadas por cortesanos”
EL siglo XX registra desencuentros cruciales entre jefes del mismo partido. Marroquín irrumpe en 1900 en la historia con el golpe contra Sanclemente. Los generales Rafael Reyes y Ramón González Valencia no caben en las mismas botas. Enrique Olaya Herrera y Alfonso López Pumarejo son el agua y el aceite, liberales antagónicos. El uno gobierna con los romanistas, dejando hacer el revanchismo anticonservador en la provincia y los sangrientos brotes de violencia; el otro, con un proyecto reformista, quiso erigir sobre las ruinas conservadoras la República Liberal Exclusivista de la Revolución en Marcha.
La muerte prematura impide que Olaya vuelva al poder. Ausencia que catapulta a Eduardo Santos al gobierno, golpe de fortuna que se repite con Juan Manuel Santos, puesto que al caer la segunda reelección en la Corte Constitucional, Álvaro Uribe es neutralizado, dando lugar a la alternativa santista, que hereda la formidable maquinaría electoral montada por su antiguo jefe y se dedica a sumar solidaridades para llegar a la Casa de Nariño. Otro gallo cantaría si la consulta interna conservadora la gana Arias. Y no quiero hacer especulaciones…
Alfonso López, dividida la Nación, acorralado por un Congreso hostil, la traición de sus amigos y la formidable campaña desde El Siglo de Laureano Gómez, se retira del gobierno. Asume Alberto Lleras. La estudiada neutralidad oficial ahonda el abismo entre Jorge Eliécer Gaitán y Gabriel Turbay. Lo que facilita la sutil estrategia de Laureano Gómez quien, siendo el más aguerrido jefe conservador del siglo XX, pasa al costado a impulsar la candidatura del financista Mariano Ospina. Éste, a la manera de Olaya, inicialmente, gobierna con amigos de Gaitán, con conservadores y liberales. Hasta que Gaitán, quien cavila sobre su propio proyecto fascista de izquierda, rompe con Ospina. Asesinado el tribuno de la plebe estalla la revuelta del 9 de abril. Ospina, bajo el resplandor de los incendios en el horizonte sacrifica a Gómez; para restablecer el orden pacta la colaboración con los liberales. Los seguidores de Laureano, capitaneados por Álvaro Gómez, preparan la estrategia invencible para el retorno desde España del caudillo que lucha por la Presidencia. Descalabrada la colaboración liberal con Ospina, Gómez propone gobernadores adictos a su candidatura en histórica lista que anota en un papel Álvaro Gómez y que fieles emisarios entregan al gobernante. Los distanciados jefes, apenas coinciden en la obsesión conservadora porque no se repita el aciago 9 de abril. La cruel enfermedad se abate sobre Laureano en su primer año de gobierno, padece a sus espaldas la feroz lucha partidista por sucederlo. Mariano Ospina se mueve y sondea jugadas para suceder a Gómez. Alzate, cesarista erudito, pretende capturar el poder. Urdaneta, oye crecer las ambiciones y conspira… Laureano Gómez, en memorable intervención estremece al pueblo con jupiterinos rayos. Conjurados conservadores avisan al general Rojas Pinilla que aliste las armas…
Los caminos se bifurcan. El sino fatal cerca a Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, quien aplica la milimetría de Guillermo León Valencia. La historia registra ambiciones contrapuestas, innegociables, políticas aupadas por astutos cortesanos que hacen casi inevitable la ruptura…