Alejandra Fierro Valbuena, PhD | El Nuevo Siglo
Jueves, 30 de Julio de 2015

“Recoge cinco momentos de su historia”

UNA NOVELA

Chapinero

 

DON  Antón Hero fabricaba chapines en el siglo XVII a la altura de la carrera 7 con calle 59, ese entonces un terreno deshabitado a las afueras de Bogotá.  Su casa fue el inicio del barrio cuyo nombre hace honor a su labor (y posiblemente al apellido):  Antón, el chapinero.

Este es el punto de partida de la novela Chapinero, del escritor Andrés Ospina, que fue publicada por editorial Laguna en la pasada Feria del Libro y va por su segunda edición. Con hermoso gráfico de la iglesia de Lourdes en su portada, este libro se convierte en un best seller bogotano.  

Las biografías de la narración giran en torno de un punto en común: su vínculo con el barrio. Un lugar en el mundo en el cual confluyen experiencias vitales a través de las cuales se traslucen los giros y  matices a los que está sometido el territorio habitado.

Esta novela recoge cinco momentos de la historia de Chapinero desde su nacimiento hasta su actual estructura. Los relatos biográficos no sólo tienen como escenario el barrio, sino que se entremezclan con los procesos de transformación arquitectónica y territorial. Las vidas configuran el barrio y el barrio a su vez va dando forma a las vidas que acontecen en sus haciendas, calles, parques y establecimientos comerciales.

Este libro permite la comprensión de un asunto que al parecer sólo toca de manera tangencial la conciencia de los habitantes de la mayoría del territorio colombiano: el vínculo que con los espacios tiene el ser humano.

El riguroso trabajo investigativo que el autor lleva a cabo para la escritura de su libro hace que la ficción, que a partir de los hechos construye, invite a una toma de conciencia del espacio que se habita, que en el caso de Bogotá pasa por una obligada pregunta: ¿cómo nuestra ciudad se convirtió en lo que es?

Esta pregunta, al mismo tiempo, deriva en una introspección, pues interpela al habitante con respecto al modo en el que el espacio determina su vida y cómo a través de sus acciones recrea estructuras habitadas.

El relato pone en evidencia, no sólo los hechos que transforman el barrio, sino, de modo muy interesante, las actitudes que priman en la mentalidad del bogotano que llevan a que un cierto modo de habitar sea constante a través de la historia y el “culpable” del caos que vivimos hoy.  Descubrir los orígenes del barrio y el modo como hemos desaparecido parajes naturales y haciendas con un innegable valor arquitectónico y estético para remplazarlas por edificios carentes de gracia y moles comerciales desordenadas y sucias, no nos puede dejar indiferentes.

Es de celebrar que en la literatura aparezcan propuestas que le apunten a esta necesaria tarea, pues no sólo es un aporte para el conocimiento de la historia de la ciudad sino que, al recrear las vidas en los espacios, permite asumir de un modo distinto la ciudadanía.