ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Viernes, 14 de Octubre de 2011

 

¿Todo se vale?
 
El  entendido es que la extradición puede tener lugar cuando existe el convenio correspondiente entre dos países para enviar de uno a otro a aquellas personas que deban ser juzgadas por el país que solicita a un ciudadano del otro que ha cometido un delito en el primero. Para que el convenio opere, entre otras muchas condiciones, el delito o la falta cometida debe estar tipificado en los dos países. Se sabe de un muy conocido ex funcionario público colombiano que logró emigrar a un país europeo, después de haber sido solicitado en extradición, pero vive muy tranquilo y orondo disfrutando de sus recursos tan bien habidos, porque el delito del cual se le acusa aquí no está tipificado allá.
Desde la época de Pablo Escobar la extradición se convirtió en el coco para los delincuentes internacionales. Para librarse de ella no tuvieron él y sus secuaces, reparo alguno en callar a lo más granado de la inteligencia colombiana representada en los magistrados que fueron asesinados en el asalto al Palacio de Justicia. Se valieron de los guerrilleros del M-19 que quisieron hacer presencia ante el país de esta manera violenta; hoy, gracias a la generosidad y al deseo de Colombia de obtener la paz que no se ha logrado, estos guerrilleros gozan de todos los privilegios de una sociedad democrática que quisieron cambiar por la vía de las armas, pero que a la postre decidieron o se convencieron de que no es tan mala. Hoy son funcionarios públicos y parlamentarios; se les ve con toda libertad bien vestidos, gordos, disfrutando de todos aquellos privilegios abusivos por cuya abolición pelearon con tanta saña. Pero la gran paradoja es que quienes con las armas de la legitimidad democrática nos defendieron, hoy son víctimas de una guerra todavía más encarnizada, que es la judicial; están agobiados en la cárcel acusados no se sabe de qué. A quienes los juzgan por actos que sucedieron en el servicio como militares deberían tener en cuenta las circunstancias en las cuales actuaron los militares acusados. De ahí la importancia de revivir la Justicia Penal Militar y reconocerles su fuero. Se dice que el peligro es que se tapen unos a otros, pues prima el espíritu de cuerpo. Muy equivocada apreciación. Todas las profesiones tienen sus tribunales, si así pueden llamarse aquellos que juzgan a sus colegas cuando son acusados de cometer alguna falta. Los médicos tienen su Tribunal de Ética Médica, los abogados el Consejo Superior de la Judicatura, los ingenieros los Consejos regionales y nacionales que los juzgan sin que nadie se atreva a decir que el compadrazgo es el líder de sus decisiones.
Debo confesar que me desvié del propósito de esta columna, el cual no era otro que comentar la amenaza de extradición de la cual se supo a dos personas a quienes les ha caído el peso de nuestra ley, de ser extraditados sin que medie solicitud alguna, por sus actividades políticas desde la cárcel. Todo en vísperas electorales. ¿Será cierto entonces que todo se vale?