ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 26 de Noviembre de 2011

No hay previsiones exageradas

 

 

La  temporada de lluvias que sufre el país está poniendo a prueba todos los mecanismos y resortes posibles para conjurar y minimizar los daños que ha causado. Lo importante y decisivo es desde ya tomar las medidas necesarias para prevenir que las fuerzas de la naturaleza sobre las cuales no podemos tener control, las podamos encauzar y dominar para que no produzcan las inundaciones y pérdidas que en general golpean a los más desvalidos. Esto no debe volver a suceder; no que no llueva sino que las lluvias causen tantos estragos como lo han hecho en esta ocasión.

Entre las experiencias mundiales recientes en episodios en los cuales las fuerzas de la naturaleza toman desprevenido a un país está aquella que sucedió en Holanda hace unos cuantos años, el número de ellos lo tengo perdido en la memoria, mas no lo que sucedió. Lo que pudiéramos llamar hoy un tsunami hizo estragos en Rótterdam, causó grandes destrozos, maltrató las instalaciones y produjo una reacción en el sentido de proceder a tomar todas las prevenciones posibles para evitar, en caso de otro fenómeno como el que se acababa de vivir, estragos y ruinas como las que acababan de suceder. La ingeniería holandesa se dedicó a diseñar unas defensas del puerto y de la costa que siguen constituyendo una novedad. Afortunadamente las fuerzas de la naturaleza no las han puesto a prueba, pero se construyeron y ahí están.

Las obras de infraestructura que se construyan en el futuro, especialmente carreteras que han sido las más afectadas, deben contener estipulaciones y estudios tales que con la experiencia acumulada en muchos años y la de ahora, contemple el manejo de las aguas en temporadas de lluvias como la actual. Estas previsiones deben ir más allá de la construcción de cunetas y alcantarillas, capítulo en el cual, dicho sea de paso, los proyectos son bastante avaros. Las rondas y el manejo de los cauces de agua deben ser motivo de estudios detallados que permitan, razonablemente prever y orientar su evacuación tratando de coartar los daños que aguas desbordadas pueden causar.

Lo de la Sabana de Bogotá es inaudito. De contar con un río Bogotá debidamente dragado y rectificado, seguramente la inundación no se hubiera presentado o en caso afirmativo no estaría causando tantos perjuicios en el transporte para la gran cantidad de gente que le huye a la congestión de la capital y a la agricultura y la ganadería de las zonas aledañas. El proceso de mantenimiento de las vías no debe limitarse a reparar los desperfectos que se puedan presentar en el pavimento sino también a un continuo diagnóstico a las zonas adyacentes y a las obras de arte como son los puentes y las alcantarillas. Los muros de contención deben ser objeto de cuidadoso examen en particular en las vías en media ladera. La presión sobre el muro que inhabilitó la vía entre Armenia e Ibagué tuvo que ser enorme; para esa carga ha debido diseñarse. Con previsiones aparentemente exageradas deben construirse las obras de infraestructura.