ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 17 de Diciembre de 2011

El ejemplo obliga

El ejemplo de los padres, no solo deja improntas en el núcleo familiar, sino que en cierta manera condiciona la conducta de los hijos quienes por inclinación natural, como los psicólogos han estudiado y definido, toman como ejemplo tal vez en forma inconsciente, la conducta que ven en su casa.

Quienes han tenido responsabilidades en frente a personal bajo su control, ya sea en el sector privado o en el público, saben que el ejemplo que ofrece el jefe o director se irradia a los que de él en una u otra forma dependen. La rectitud en el manejo de lo que tiene a su cargo es una conducta que se irradia, no se puede afirmar que a todo el personal, pero sí constituye un ejemplo y modelo que la mayoría reconoce y acepta. Así quienes no tienen tendencia a desviarse, seguramente lo hacen pero suelen ser señalados. Eso en el campo puramente administrativo; si se traslada a otros como el ejercicio de vicios o virtudes personales, también tiene efectos. Si el jefe o director es abstemio o si no lo es traslada sus gustos al trabajo, lo más probable es que los subalternos sigan esta conducta. La disposición a estas inclinaciones obviamente corresponde a la conducta íntima y personal de las personas, las cuales, en tanto no interfieran con el trabajo que se debe desempeñar, no debe ser de la incumbencia de nadie.

Si se han escalado peldaños en el campo profesional y la persona se distingue de entre sus conciudadanos por ello, su responsabilidad que no está escrita en parte alguna, trasciende de su buen ejercicio profesional o administrativo. Con todas las debilidades del ser humano, debe convertirse desde la posición que desempeñe en ejemplo. No se puede  negar por persona alguna que esté a la vista general en que la vida privada es inviolable y no puede ser objeto de controversia alguna. Eso puede ser más o menos cierto, pero nadie bajo la mirada de sus conciudadanos se libra de que éstos primero lo juzguen en forma que suele ser por lo demás cruel y que es eventualmente pero, lo imiten bajo el raciocinio de si mi jefe se comporta de tal manea por qué no he de hacerlo yo.

Mucho cuidado de quienes por sus propios méritos han escalado posiciones de relieve e importancia en el país, den con su ejemplo pie a conductas desviadas o interpretaciones equívocas a las cuales nadie está exento. Francamente tengo que hacerme una introspección para definir por qué ocupé mi columna con este tema en vísperas navideñas.

Feliz Navidad a todos mis lectores y a los que no lo son también.