Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 1 de Agosto de 2015

A TRAVÉS DEL TEODOLITO

¿Justicia bilateral?

¿Habrá  algún colombiano que no quiera la paz? Si alguien no la quisiera es necesario hacerle algún examen psiquiátrico, porque vivir en este estado de permanente  inseguridad contraría cualquier sentido de orientación lógica de la vida. Dicen los que saben y estudian estos fenómenos que la guerra como un mecanismo para conseguir algunas cosas, cuando otros medios se han agotado, puede considerarse válida.  Nosotros llevamos 50 años de permanentes amenazas por cuenta de la guerrilla de las Farc, que tienen a los colombianos tristes y acongojados por la cantidad de muertos que han caído como consecuencia de sus ataques.

Los sucesivos gobiernos, que hemos tenido han hecho lo posible por acabar con este mal que nos aqueja. La memoria que suele hacer algunas trastadas, nos traslada a la época de Alberto Lleras quien trató de hacer algo con la guerrilla liberal comandada por Guadalupe Salcedo.    Algo se logró en esa época, pero la semilla de la inconformidad quedó sembrada. En la literatura de este fenómeno de la insurgencia no se conoce antecedente debidamente documentado que ligue esa guerrilla con la actual. Eso sí, los métodos violentos los copiaron como buenos alumnos. Dicen que el Frente Nacional, fenómeno político que acabó o por lo menos pretendió acabar con los desentendimientos entre liberales y conservadores, fue uno de los factores de la iniciación de la guerrilla que hoy nos agobia pues, se agotó con este arreglo político la capacidad y el espacio para que quienes no eran ni lo uno ni lo otro, pudieran expresarse; durante el período del Frente Nacional se sintieron excluidos del acceso a las palancas del poder las cuales quedaron exclusivamente en manos de los dos partidos tradicionales. Hoy el fenómeno de representación política es completamente distinto; la reforma constitucional de 1991 dio muchos alientos a las inquietudes políticas locales y obviamente a la diversificación de los apetitos electorales y políticos como consecuencia de la elección popular de alcaldes y gobernadores. El fraccionamiento ha sido total y se está haciendo evidente en los preámbulos de las elecciones de octubre próximo.

En medio de todas estas bellezas desde hace un par de años el Gobierno se ha sentado con la guerrilla en La Habana a discutir de igual a igual con las Farc, todo lo concerniente a restablecer la paz en el país. Se ha hecho una buena tarea que esperamos conduzca a resultados positivos en un futuro tan cercano como lo ha planteado el presidente Santos. Lo que sí parece evidente, no solamente por los hechos sino por lo que se conoce de las negociaciones y por lo que se sufre a diario, que las Farc constituyen el árbitro de la seguridad ciudadana. Nos han invitado al cese bilateral de las hostilidades al cual seguramente se llegue una vez que hayan demostrado su voluntad de paz, con lo cual quieren silenciar las armas oficiales para contener la insurgencia y garantizar la seguridad ciudadana.  Así es como, so pretexto del cese unilateral  ha sido incumplido en diversas y dolorosas ocasiones durante este largo período de negociaciones. Pero como se está hablando de un proceso de justicia transicional ahora se está planteando la justicia bilateral. ¿Será que además quieren convertirse también en administradores de justicia, función que es exclusiva del Estado?  Ojo, que ahí se está planteando el asunto en terrenos minados.