Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 28 de Noviembre de 2015

A TRAVÉS DEL TEODOLITO

La planeación macroeconómica

“Las 4G no son el único modo de transporte”

 

Mirando el  tema de la planeación macroeconómica en asuntos más pedestres, la infraestructura física, es universalmente reconocido que en materia de transporte deben dirigirse los esfuerzos a obtener para el país los menores costos  para esta actividad, compatibles con una disponibilidad fiable. Cuando los españoles llegaron a estas tierras encontraron que sus pobladores habían trazado caminos de comunicación no sólo para contactarse, sino para facilitar el intercambio cultural y de productos.

 

Aunque no contaban con los conocimientos técnico de hay en día, en sus mentes estaba la idea del intercambio utilizando los medios más expeditos, los cuales conducían a los menores costos. Como en esa época no existíamos los economistas, puede afirmarse, en subsidio, a los menores esfuerzos. De ahí que fueran utilizados los ríos y, en ausencia de éstos, se construyeron caminos que aún hoy son motivo de admiración y uso. Pero el mundo fue evolucionando: se inventó el motor  de explosión, se descubrió que el vapor podría generar movimiento, que fue el origen de las locomotoras y de muchas otras iniciativas industriales, los hermanos Wright descubrieron que el aire podría ser surcado y así nació el transporte aéreo. La navegación por ríos y mares se perfeccionó y se sigue mejorando con propósito de hacerla cada vez más eficiente.

 

La mente del hombre no descansó y se propuso investigar y llegar  al mundo que lo rodea.  Fue en este proceso que se llegó a definir un sistema de transporte cuya finalidad macroeconómica es la de proporcionar a un país una red de transportes que lo haga competitivo, utilizando los medios a su alcance y que  podría darle  ventajas comparativas.  Nuestro país no fue ajeno a este propósito, y así desde mediados del siglo XIX, comenzó con grandes esfuerzos a construir una red ferroviaria que fue soporte irreemplazable en el proceso de desarrollo, hasta finales del siglo pasado cuando sus redes fueron desmanteladas en favor de otros medios de transporte, especialmente  el carreteable.

 

El desarrollo mundial de la industria automotriz ha sido formidable y Colombia no ha sido ajena a este ímpetu mundial. Ahora, por ejemplo, se han anunciado con bombos y platillos los programas de construcción y mejoramiento de vías llamadas 4G que todo el país aplaude y desea que se desarrolle. También se está haciendo un gran énfasis en el mejoramiento de los aeropuertos porque, como dijo algún comentarista de los hechos nacionales, nosotros pasamos de la mula al avión con una gran rapidez.  El transporte acuático no ha merecido la atención debida, pese a ser éste el medio más barato de todos. No se diga de los ferrocarriles, medio  apto para transportar grandes volúmenes de carga a largas distancias. En el propósito de nuestros gobernantes no parece estar presente el deseo de ofrecerle al país este medio, que contribuiría a lograr una meta macroeconómica como es la de un costo global mínimo de transporte.