Ante el televisor
Los colombianos parece que somos muy aficionados a las telenovelas lo que nos ha llevado a marcar altos índices de sintonía, para no utilizar el odioso anglicismo que se ha venido impuesto “rating”; estos índices según los que saben del asunto, son los que estimulan a quienes quieren hacer publicidad a sus productos, a sus campañas, en fin, a quienes quieren que se sepan los que están haciendo y también lo que harán. Estas son las pautas por las cuales se pelean los empresarios de la televisión. A propósito el uso del vocablo pauta para significar la odiosa propaganda a la cual somos sometidos los pacientes televidentes lo define el DRAE con varios significados como son el instrumento para rayar papel en blanco para trazar líneas que no permitan que se tuerza la escritura, el conjunto de estas líneas, normas que sirvan para gobernar o dechado o modelo, demuestra lo dinámico que es un lenguaje en su uso. Ya todos nos hemos olvidado de cuál es el significado del vocablo y lo entendemos como la manifestación en los medios masivos de comunicación de lo que quienes contratan o tienen con qué pagar, quieren hacer conocer.
Debo reconocer que pertenezco al grupo de colombianos, no me imagino que tan grande, que no es adicto a las telenovelas lo cual no significa que no me haya deleitado viendo algunas, no con la asiduidad usual. Betty la Fea es un de aquellas que cautivó la atención y que fue un dechado de imaginación y buena factura que no solamente entusiasmó a televidentes de Colombia sino que traspasó nuestras fronteras. Café fue otra estupenda realización por su tema y también porque expuso muy bien costumbres y usos de algunos territorios colombianos. La circunstancia de no ser televidente habitual, no impide reconocer los logros y éxitos de escritores, realizadores, productores, artistas, en fin, de todos los que intervienen en estas producciones. Aquellas producciones que tienen que ver con la historia son apasionantes, en tanto que sean fieles, si es posible, a los hechos que pretenden relatar visualmente. Es claro que según la ortodoxia de los historiadores la historia en tanto que es ciencia no excluye la ficción ni las condiciones subjetivas de quien la relata ni las objetivas de los hechos relatados.
Todos estos prolegómenos se me han ocurrido a raíz de la tan pregonada serie que con tantos auspicios y pauta se inició, según dicen, hace unos días. Se relata con bombo la vida tan poco edificante de quien ha sido ejemplo para la generación de colombianos que vivió, sufrió y envidió los llamados éxitos de su vida. Basada en la libertad de expresión contra la cual no me atrevo a decir cosa alguna, pero sí a decir con la misma libertad de expresión de la cual hacen uso quienes la presentan, que no es el momento histórico adecuado para contar lo que hizo Pablo Escobar durante su existencia. Están muy frescos en la memoria colectiva todos sus hechos. Todavía los herederos de sus fechorías andan por ahí haciendo de las suyas y pueden seguir aprendiendo.