Alianza régimen Maduro y Eln | El Nuevo Siglo
Domingo, 26 de Enero de 2025

No es casualidad que los trágicos y condenables hechos de la última semana en el Catatumbo ocurrieran pocos días antes de la posesión de Donald Trump como presidente de EE.UU. Por el contrario, todo indica que el Eln no actuó de manera improvisada, sino que se trató de una acción terrorista inserta en un plan que en el mediano plazo busca consolidar y ampliar el control a la brava en esa zona fronteriza y de paso mostrarse como un actor clave en un juego geopolítico mayor: asegurar, para el régimen de Maduro, el control de la frontera colombo- venezolana en esa región.

Al respecto hay que recordar que hace unos años por allí ingresaron al vecino país agentes encubiertos, mercenarios estadunidenses y hasta exmilitares colombianos para actuar contra jefes de las disidencias de la Farc, como “Jesús Santrich”, “Romaña” y “El Paisa”. Todos ellos protegidos en ese momento por el régimen Maduro.

En fin, si se miran detenidamente las acciones del Eln en las últimas décadas se puede deducir que su proyecto consiste en construir un corredor estratégico por toda la frontera colombo-venezolana, en el que ellos serían el actor armado hegemónico o el único y que iniciaría en La Guajira, pasaría por el Cesar, atravesaría el Catatumbo, llegando a Arauca y terminando en el Vichada".

Y en momentos en que una de las opciones del nuevo gobierno de EE. UU frente a la dictadura de Maduro puede ser propiciar una asonada apoyada por agentes encubiertos y mercenarios, una operación encubierta para promover un quiebre interno y un cambio de régimen, es previsible que el ilegítimo e ilegal presidente de Venezuela esté utilizado al Eln como peón de brega en el cordón de defensa que está tendiendo para mantenerse a salvo y aferrado al poder a toda costa. Lo cierto es que hace unos días, el influyente senador republicano Rick Scott, quien es muy cercano a Trump, presentó un proyecto de ley para aumentar a 100 millones de dólares la recompensa por la captura de Maduro, una cifra muy apetecible para los mandos militares venezolanos y los cazarrecompensas, que existen hoy como existían en el viejo oeste.

En este sentido Maduro ha hablado sobre la preparación de su régimen para los escenarios que le plantea la llegada de Trump a la presidencia. Un día antes de la ejecución del acto terrorista en comento, el 15 de enero, en su informe anual ante la Asamblea Nacional, se refirió a varios planes de conspiración en su contra en los que, según dijo, estaban involucrados grupos “de mercenarios” y “comandos traídos de Colombia” para incursionar por los estados venezolanos Táchira y Zulia, precisamente los colindantes con la zona fronteriza donde se desarrollaron las depredaciones y asesinatos del Eln. Agregó además que “estamos obligados a prepararnos: guerra avisada nos garantiza la victoria. Tenía que decir esto, porque tiene que ver con la seguridad nacional, la seguridad interna”.

Lo cierto es que la acción del Eln que inició al día siguiente fue sostenida y simultánea en varios municipios cercanos a la frontera con listados en mano, con el perverso agravante de que habría traído gente de Arauca y Venezuela porque requerían gente que no tuviera ninguna cercanía o relación previa con la población para de esta manera evitar reproches de “conciencia revolucionaria” en los ejecutores de los crímenes.

Así las cosas, resulta evidente la existencia de una especie de mesianismo en el Eln que ha alcanzado niveles de enajenación mental. Antonio García, Gabino, Pablo Beltrán y los demás dirigentes de esa organización perdieron hace mucho tiempo el sentido de la realidad y viven en un mundo imaginario en el que ellos son los “auténticos revolucionarios” al lado de otro enajenado, Maduro con su “revolución bolivariana”, creyendo todos ciegamente y al unísono en consignas y credos que nada significan para el resto de la gente.

A su turno Petro, que con frecuencia también actúa desconectado de la realidad, aseguraba que en tres meses tendría solucionado lo del Eln y hoy día lo único cierto es que la crisis humanitaria que se vive en el Catatumbo refleja la incompetencia política y militar del Gobierno para enfrentar a las organizaciones armadas ilegales y buscar su 'paz total'. Lo grave es que esa incompetencia está llevando al Estado colombiano en camino de un Estado fallido.