Hay algo en la esencia de los pueblos que resulta persistente: lo cósmico y lo terrígeno. El negro, el indígena, el hombre antiguo encarnan conceptos que no coinciden con la mentalidad occidental, pero eso no puede dar pábulo para descartar herencias que pertenecen a la composición natural de nuestras raíces.
René Rebetez
La sabiduría, el saber, el conocimiento, la cosmogonía ancestral de los cuatro pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, Arhuaco, Kankuamo, Kogui y Wiwa quedaron bajo la protección de la humanidad a través de la Unesco.
Ese conocimiento originario ha estado protegido, durante miles de años, por los Mamos, máximas y únicas autoridades de las comunidades indígenas, quienes los han ido trasmitiendo de generación en generación para mantener la armonía física y espiritual de sus hermanos de raza.
Estas cuatro tribus nos han transmitido y enseñado su amor y respeto por la Madre Tierra, por encima de todo. Su mensaje espiritual y ecologista ha trascendido a lo largo de los años, con fuerza que atraen a los hermanos menores hacia esa gran cultura ancestral.
Toda su cosmogonía está llena de una gran sabiduría, a través de la cual nos enseñan a vivir en paz, armonía y respeto con la naturaleza y todos los seres vivos que nos rodean.
De manera que nosotros, los mestizos, estamos obligados a respetarles, no introducirles iglesias, muchas de garaje, para que les cambien sus formas de pensar y de vivir, tratando de que abandonen su cultura ancestral por una mal llamada civilización, obligándolos con el tema de la salvación, elementos de una cultura ajena a su saber y entender. Así como sacaron a los capuchinos de su territorio, así deben salir todos los demás invasores, que tratan por todos los medios destruir su sabiduría indígena cósmica.
Ellos encarnan conceptos raizales propios, que obviamente no coinciden con la mentalidad occidental, apegada al dinero y a los placeres paganos, que se han se han abrogado el derecho a oprimirlos a través de grupos armados, que han tratado de colonizarlos y robarles sus tierras.
Ahora con el apoyo y respaldo de la Unesco y el compromiso del gobierno nacional, de nuestro canciller Álvaro Leyva Durán, de la ministra de Cultura, Patricia Ariza, la embajadora ante la ONU, Leonor Zalabata, del pueblo Arhuaco, voz internacional de casi 90 comunidades originarias que significan el 4,4% de los 50 millones de habitantes de Colombia, vamos a trabajar para que les respetan sus derechos, su territorio y sus costumbres.
En la Constitución de 1991 se plasmaron y reconocieron los derechos a las comunidades indígenas. Entre éstos se destaca el respeto por la autonomía y en el caso de la Sierra Nevada, los Mamos son las máximas y únicas autoridades y por encima de ellos no pueden haber, ni organizaciones, ni entidades ajenas a su leal saber y entender ,porque son una amenaza a su autodeterminación y a su ley de origen .