AMYLKAR D. ACOSTA M. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 28 de Noviembre de 2012

En volandas

 

No es serio ni mucho menos responsable, que se pretenda por parte del Gobierno que el Congreso de la República apruebe en volandas, en menos de dos meses, un proyecto de reforma tributaria que le tomó más de dos años para elaborarla y finalmente radicarla para su trámite. Como lo afirma el director del Observatorio del Mercado Laboral de la Universidad Externado de Colombia, Stefano Farné, “el término que ha fijado el Gobierno del 6 al 20 de diciembre para su discusión en plenarias del Congreso es insuficiente para un examen concienzudo de todo el articulado”

Como lo sostiene el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, “esta no es una reforma para aumentar el recaudo” y en este sentido es neutra, este es un mensaje que aunque es tranquilizador para los contribuyentes, no va en la dirección correcta. Como lo sostiene el director de la DIAN, Juan Ricardo Ortega “se está recaudando el 14% del PIB en el mejor escenario, mientras que Brasil paga el 34% del PIB”. Colombia debe pensar seriamente en elevar la presión tributaria para corregir la gran disfuncionalidad entre los ingresos y los crecientes requerimientos de recursos para el cumplimiento de los fines esenciales del Estado.

En muy buena medida esta baja presión fiscal se explica por el cúmulo de gabelas tributarias otorgadas durante los ocho años de la administración Uribe. Según un estudio reciente del Banco Mundial, “el costo fiscal de los gastos tributarios en Colombia oscila entre un 3% del PIB (cifras oficiales) y un 4.5% del PIB (de acuerdo con la estimación realizada en este estudio)”.

En su momento se justificaron tales beneficios con el socorrido argumento de que con ello se estimulaba la inversión y el empleo. Pero, como lo sostuvo Krugman, un esquema semejante a este se ensayó durante la administración Reagan y sólo contribuyó a elevar las utilidades de manera exorbitante, pero no generó más empleo productivo.

Ahora nos viene el ministro Cárdenas con que “hemos beneficiado mucho al capital y llegó la hora de beneficiar el empleo”, para lo cual propone “la necesidad de disminuir la presión tributaria sobre las empresas”, justo para lo mismo, para incentivarlas para que mediante el “alivio a la inversiónse promueva la formalización laboral y empresarial”. A pesar del fracaso de esta estrategia se persiste en ella contumazmente.

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