El carameleo
Después de la tempestad viene la calma. Después de las declaraciones altisonantes del presidente de la Cámara y Director del PLC, Simón Gaviria, secundada por otros parlamentarios inconformes con el reparto de la mermelada de las regalías, todos a una como en Fuenteovejuna terminaron aprobando el texto de la conciliación que apenas la víspera había provocado su ira santa y, como diría el poeta León De Greiff, todo pasó sin que pasara nada.
Fueron muy pocos e insustanciales los cambios introducidos al texto de la conciliación que se había conocido en plenas festividades navideñas y la cual recogió el Gobierno en su Decreto Ley 4923 del 26 de diciembre. Qué hizo posible que aquellos que se declararon engañados y engatusados por el Gobierno ahora lo acompañaran tan dócilmente? Que el Gobierno adicionó $ 900.000 millones más, que aparecieron por arte de birlibirloque, a los $ 8.2 billones en que había sido aforado el primer presupuesto del Sistema General de Regalías (SGR) que había sido expedido por el Gobierno mediante el Decreto 4950 del 30 de diciembre de 2011. Mala cosa esa, porque lo que mal empieza mal termina.
Al disponer ahora de $ 9.2 billones se cuenta con más mermelada para untarle a la tostada, sin menoscabo de las asignaciones que ya se habían hecho. A través del artículo 34, atinente al Fondo de Compensación Regional (FCR), del 40% que ya había acordado el Gobierno con los enfurecidos alcaldes que estuvieron a punto de hundir el proyecto de ley al final de las sesiones del período legislativo pasado, “para la financiación de proyectos de impacto local” con asignación específica a los municipios más pobres entre los pobres, ahora se tomaban 10 puntos de dicho porcentaje “para financiar proyectos presentados por municipios de cuarta, quinta y sexta categoría”.
Hay dudas sobre la legalidad y constitucionalidad del procedimiento que se siguió para la aprobación de este cambio, puesto que no estaba contemplado ni en el texto del Senado ni en el de la Cámara y por lo tanto rompe el principio de consecutividad prescrito en la Ley 5 de 1972. Es muy probable que se caiga en la Corte, pero ya cumplió su finalidad que no era otra que lograr la aprobación de la conciliación y después de ojo sacado no hay Santa Lucía que valga.