AMYLKAR D. ACOSTA M. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 30 de Mayo de 2012

Un paso atrás

 

Es cada vez más evidente que principios tan caros, que son parte de la quintaesencia de la Constitución Política de Colombia, como lo son la descentralización y la autonomía territorial quedan heridos de muerte con la reforma del régimen de regalías, que además de fiscalista es recentralizadora. Ni siquiera aquellos recursos que corresponden a la participación directa que le dejaron como premio de consolación a las entidades productoras y portuarias podrán ser manejdos con autonomía, pues están mediadas por la intervención del Gobierno central a través de los OCAD, en donde tiene una gran preponderancia.

Como antecedente, es bueno recordar que a través de los actos legislativos 01 de 2001 y 04 de 2007 se habían recortado los recursos del SGP creado por la Constituyente de 1991, reduciendo de esta manera la participación de las entidades territoriales en los ingresos corrientes de la Nación. Por eso hemos dicho que aquella reforma es del mismo corte y de la misma estirpe de estas.

Esta reforma constituye un retroceso para el país, nos está retrotrayendo a la retrógrada y confesional Constitución de 1886, a través de la cual Nuñez le arrebató a las regiones la propiedad del subsuelo, como consta en el artículo 202 de la misma, dejándole a cambio -a manera de compensación- las regalías que ahora la administración Santos les quitó, consumándose de esta manera el despojo.

Y de contera este nuevo esquema contribuye también a dejar como letra muerta en la Constitución Política la posibilidad de que las regiones como tales se puedan erigir en Regiones Administrativas y de Planificación (RAP) y a la postre en Región como Entidad Territorial (RET). Ello, en razón de la promoción e impulso que se hace con los recursos del SGR de los esperpentos de las Regiones de Planificación y Gestión (RPG) y de la Asociatividad, contemplados en la LOOT light aprobada el año pasado por parte del Congreso a instancias del Gobierno, para suplantarlas. De allí la frase que acuñó el subdirector de Planeación Nacional Juan M. Ramírez, “la palabra clave es Asociatividad”.

De modo que para acceder a tales recursos los gobernadores en lugar de “distraerse” en esfuerzos integracionistas de sus regiones, por razones prácticas tendrán que asociarse con otros departamentos, así no tengan con estos ninguna afinidad.

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