El buen colombiano
“No hacer el bien es un mal muy grande”
Jean Jacques Rousseau
En la Biblia se encuentra una historia, para algunos muy conocida y para otros quizás no tanto. Es el relato de un hombre que es asaltado y de cómo sus compatriotas lo dejan tirado moribundo al lado del camino sin prestarle ninguna ayuda, mientras que un extranjero, un samaritano, se acerca, le cura las heridas, se las venda, le lleva a un alojamiento y paga su cuenta hasta que se recupere.
Hermosa historia narrada por Jesús para enseñar acerca de cómo debemos amar a las personas. Historia muy útil para hablar de nuestra Colombia.
Colombia ha sido asaltada, herida de muerte por la corrupción, los violentos y todos aquellos que han escogido el odio y el egoísmo antes que el amor. Nuestra patria necesita de buenos colombianos que se compadezcan de ella, se acerquen, sanen sus heridas, las venden y le ayuden a reponerse de los asaltantes que le han herido por años y le han dejado al borde del camino.
Pero no sólo Colombia ha sido asaltada, también lo hemos sido los colombianos que hemos sido heridos y dejados al borde del camino por la violencia, la corrupción, la injusticia y la codicia.
Vivimos en un país en el que hemos sido capaces de derramarnos ácido los unos hacia los otros, de matarnos por ideologías políticas y hasta por tener camisetas de equipos de fútbol rivales. A los que opinan diferente se les mata o se les agrede. Los comentarios de las noticias en Internet reflejan el odio que nos tenemos tan solo por pensar diferente. Y día a día nos matamos, mostrando así una sociedad violenta, enferma de odio y con un gran déficit de amor.
¿Cuántos niños se acuestan con hambre en nuestra nación? ¿Cuántos hay en la pobreza extrema o la indigencia? ¿Cuántos que no pueden acceder a la salud o educación de calidad? ¿Cuántos que están esperando una mano amiga para no terminar con su vida? ¿Cuánto dolor, sufrimiento, tristeza y soledad hay en nuestra patria? ¿Y nosotros qué estamos haciendo? ¿En dónde están los buenos colombianos que se levantarán para sanar las heridas de la patria? ¿Para tenderle la mano a tanto colombiano que sufre? ¿Para construir juntos una nación más digna y más amable?
Quizás Jesús contó esta parábola para enseñarnos a amar y a romper la indiferencia. Quizás necesitamos este tipo de historia para aprender a amar, ya que no sabemos cómo hacerlo.
Y en últimas, no podemos olvidar que hay Uno grande en el cielo, que toma a Colombia y a cada colombiano, sana sus heridas, las venda y nos lleva al hotel de su amor hasta que nos recuperemos.
*Politólogo