ANDRÉS MOLANO ROJAS* | El Nuevo Siglo
Lunes, 7 de Julio de 2014

Lecturas de verano

 

Es tiempo de vacaciones, de hacer una pausa en la labor de cada día y concentrarse en esas cosas a las que uno quisiera dedicar más horas, y que no siempre puede disfrutar en medio del tráfago cotidiano.  Para muchos es tiempo de leer, por ejemplo, todo lo que se va acumulando a lo largo de los meses en la mesa de noche, esperando un turno que parece no llegar nunca. Para otros, un buen libro no deja de ser un buen compañero del veraneo -aunque sea para quemar tiempo en las salas de espera-. A todos, sin distinción, tal vez ayuden algunas recomendaciones… que, además, tengan en cuenta que en un verano como este, cien años atrás, sonó el disparo fatal que desencadenó la I Guerra Mundial.

Es tiempo quizá de volver a leer Sin novedad en el frente, el clásico de Erich María Remarque publicado en 1928, que recuerda que la guerra que viven los soldados en el campo de batalla no es nunca la utopía que de ella suelen hacer lo que permanecen cómodamente parapetados en la retaguardia.  Podría aprovecharse la ocasión para ver una película, “Joyeux Noël” (2005), dirigida por Chistian Carion, y acompañada con una magnífica banda sonora de Philippe Rombi, la cual recrea un momento excepcional, el de la Navidad de 1914 en las líneas de batalla franco-germanas, cuando el espíritu de la Navidad -que no es otro que el de la humanidad misma- congregó en una sola celebración dos huestes enemigas.

El lado más humano de la guerra ha quedado retratado en “El pueblo en la guerra”, una colección de testimonios de soldados rusos heridos en el frente entre 1915 y 1916, compilados por Sofía Fedórchenko -la enfermera encargada de atenderlos-y que recién se ha publicado por primera vez en castellano.

La dimensión histórica de la Gran Guerra se comprende mejor de la mano de Bárbara Tuchman, que en La torre del orgullo consigue hacer una nítida radiografía de las dos décadas de preguerra en Europa, que se leen casi como una novela.  La historiadora Margret MacMillan se detiene en el año 14, y en De la paz a la guerra da cuenta, con una minuciosa pulcritud, de cada detalle que se conjugó para dar lugar a la hecatombe. Habría que leer también su libro París 1919, para tener el ciclo completo.  Y por último, hay que leer a David Stevenson 1914-1918, un trabajo total que bien podría ser la obra canónica de este amargo centenario. 

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales”