Andrés Molano-Rojas | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Marzo de 2016
A las Trump-adas
 
Ninguna sorpresa causó el resultado obtenido por el precandidato republicano Donald Trump en la jornada del “Super-martes” la semana pasada.  La receta de su éxito, especialmente entre la clase media blanca estadounidense, particularmente resentida y lastrada por la frustración, y que ha visto incluso disminuir su expectativa de vida durante los últimos años, no podría ser más obvia ni más conocida.  
 
En primer lugar, un discurso provocador, rayano con lo incendiario, ya sea cuando sataniza la inmigración o denuncia la injerencia del Gobierno Federal en las “libertades” ciudadanas.  Luego viene el ostentoso alarde de su independencia económica (que a ojos de sus seguidores eleva su estatura moral sobre los otros aspirantes).  Añádase a ello el derroche  permanente de una aparente honestidad que no hace concesiones a la corrección política.  Además, el uso de un lenguaje directo y coloquial que aunque no dice nada, satisface las necesidades emocionales de su audiencia.  Y como ingrediente final, un programa huero pero expuesto con contundencia y (¿por qué no decirlo?) con virilidad.  Nihil novum sub sole, como dice el Eclesiastés y bien lo saben los estudiosos del populismo y otras patologías políticas.
 
Es verdad que aún falta mucho para agotar el calendario electoral, y que ganar las primarias no significa necesariamente ganar la nominación.  Podría suceder que Trump llegase a Cleveland, el próximo 18 de julio, sin los 1237 delegados que requiere para asegurar su investidura.  En ese escenario, la Convención del partido tendría la última palabra (e incluso podría acabar abriendo una caja de Pandora).
 
En cualquier caso, la preocupación es cada día más evidente.  El establecimiento republicano está preocupado por lo que podría convertirse en una candidatura suicida para el partido.  Están preocupados los analistas de política exterior, aunque sepan que una cosa es lo que dice el candidato y otra lo que hace -o se ve constreñido a hacer- el presidente. 
 
Los expertos en seguridad y defensa tampoco ocultan su desasosiego: el Gral (r) Mike Hayden advirtió que los militares jamás obedecerían algunas medidas, evidentemente ilegales, que Donald Trump ha ofrecido como promesas de campaña; y un centenar de asesores republicanos descalificó en una carta abierta sus ideas por considerarlas desde incoherentes hasta simplemente inaceptables.
 
Tienen razón. Trump es un verdadero peligro para su partido, para Estados Unidos, y por extensión, para el mundo.  E incluso, aunque su aspiración sea neutralizada oportunamente, no hay que olvidar que su ascenso es sobre todo el síntoma de un malestar más profundo, que fácilmente podría sobrevivir a sus actuales ambiciones políticas.
 
*Analista y profesor de Relaciones Internacionales