Nadie esperaba que las amenazas del exministro Fernando Londoño fueran tan efectivas para volver trizas la paz, valientemente alcanzada por el presidente Juan Manuel Santos, con las Farc.
La soberbia y exceso de pompa de Londoño llevaron a muchos de los votantes del 27 de mayo de 2018, a elegir a Iván Duque y retrasar cuatro años las aspiraciones de Gustavo Petro.
El nuevo mandatario consideró que el mandato del pueblo encajaba en el propósito de Londoño de hacer trizas una paz que ya había empezado a dar frutos, como lo reflejaban las estadísticas. Se respiraba un ambiente de tranquilidad y nuevos derroteros se sentían a lo largo y ancho del país.
Sin embargo, nadie veía una acción gubernamental para cumplir con los acuerdos de La Habana. Las herramientas e implementos no llegaban para continuar y fortalecer el proceso, que mostraba trabajo, dedicación y productividad por parte de los exguerrilleros. Se sentían sí, amenazas y crímenes que acorralaban a los líderes.
De parte del nuevo gobierno: ¡nada!
Las permanentes solicitudes de organismos nacionales e internacionales solicitando la implementación de los acuerdos, se marchitaron con la aparición de la pandemia. El Estado y los colombianos se encerraron. El Presidente dedicó sus esfuerzos a combatir el covid-19, para lo cual abrió la televisión para dirigirse diariamente a un país que buscaba una UCI, una vacuna, o un medicamento para escapar al sepulcro.
La paz entró en cuarentena a la espera de las tardías vacunas que se importaron.
Finalmente llegaron los antígenos y el covid-19 empezó a ser controlado. La población se sintió protegida.
Entre tanto, la paz pasó a un último lugar. Solo las masacres hablaban de ella. Duque quiso adelantar una paz, pero con el mote de legalidad, que a nada llegó.
Las nuevas elecciones del 2023, llevaron a Petro al poder, quien planteó una paz total, olvidando las trizas de la lograda por el Nobel Santos, con el acuerdo de La Habana.
Colombia soportaba ya los asesinatos de los Eln, Mordiscos, Clan del Golfo, grupos de refugiados venezolanos y demás fragmentos, que manejan el narcotráfico, la minería ilegal y todas las formas criminales que se conozcan y con los que nadie puede negociar, porque todo lo violan.
Todo esto se instauró y agravó como consecuencia de las trizas que hicieron del acuerdo.
Hay criminalidad por todas partes, hasta en los estadios y los cuatro puntos cardinales. Masacres, secuestros, paros armados, nuevos grupos, narco y microtráfico, asaltos, minería ilegal, extorsiones y asesinatos de lideres, hacen parte del diario vivir o ¿morir?
Somos una nación a punto de bancarrota, receso en la producción, en la que nadie sabe que pasará con los hidrocarburos, unos intereses al revés, una educación perdida y demás males que nos amarran.
Esta es la Colombia de hoy, producto de la paz que hicieron trizas.
BLANCO: Justo homenaje de la Academia Colombiana de la Lengua al periodista y profesor Antonio Cacua Prada.
NEGRO: La invasión de la Guyana por parte de Maduro.