Lo que está pasando con las apuestas digitales y los deportes es grave. Parece que nadie le está prestando atención a este fenómeno o quizá es que las casas de apuestas han invertido tanto dinero en pautas y patrocinios que la coyuntura está pasando por debajo del tapete.
Recientemente, se conoció el caso de dos jugadores de la Selección Italiana de fútbol que fueron acusados por apuestas ilegales. Uno de los jóvenes (porque no superan los 26 años) aseguró que tenía un problema grave de ludopatía y aseguró que llegó a perder más de 2 millones de euros.
Los últimos años, la industria del fútbol ha generado miles de millones de dólares en ingresos por dos patrocinadores específicos: los derechos de televisión y las casas de apuestas digitales. La primera es tradicional y no muy relevante ahora. Pero la relación de las casas de apuestas y el fútbol profesional se está convirtiendo en una relación algo más que tormentosa.
Ahora los amantes del fútbol miran de reojo los partidos. La vista está en el celular y algunos momentos en lo que pasa en la cancha. El problema es que mientras se juega el partido se puede apostar en vivo en miles de plataformas. Y no sólo se apuesta al resultado final. Casi todos los detalles del juego están sujetos a la apuesta. Hasta el número de tiros de esquina de un partido en Palmira puede volver rico a algún desprevenido.
Todo esto ha tenido dos consecuencias: la industria del fútbol consiguió una nueva novia que la mantiene y que ya los amantes del deporte perdamos la confianza en el juego. Antes, los viejos conocedores del fútbol se abrazaban a la mítica frase de Diego Maradona “la pelota no se mancha” para decir que lo único sagrado en una industria más que cuestionable era el juego.
Pero ya no. Ya no podemos ni confiar en esos 100 minutos de juego que nos ofrecen las 24 horas del día, los siete días de la semana. Y ya no se puede confiar porque los jugadores (y quién sabe quiénes más) también quieren ganar algo de la abundante tajada de dinero que generan las casas de apuesta online.
Ahora, la costumbre es que veamos los goles con desconfianza. Algunos resultados sean sospechosos. Ya ni podemos confiar en las tarjetas amarillas. Hasta un tiro de esquina es susceptible de ser arreglado. Un viejo periodista argentino definió el fútbol como “la dinámica de lo impensado”. Pues ahora se equivocó. Ahora los partidos ya están digitados. Y los jugadores son los principales sospechosos.
Como siempre, las autoridades están muy colgadas con estos temas. Aunque ya se conocen investigaciones y sanciones, todavía no hay mayores acciones contra las grandes organizaciones que están detrás de estos gigantes sin rostro. Por ahora, la pelota cada vez está más manchada por las apuestas.