El Reino Unido abandona la Unión Europea este 31 de enero. A esto ayudó mucho la victoria del partido conservador en las elecciones generales en diciembre. Aunque las cosas no cambiarán de la noche a la mañana, Reino Unido tendrá que trabajar en su salida durante todo este 2020.
El Reino Unido tiene la industria de aviación más grande de Europa y tiene una posición geográfica clave. Aproximadamente el 80% del tráfico del Atlántico Norte pasa por el Reino Unido o el espacio aéreo controlado por la República de Irlanda. En consecuencia, cualquier cambio en la relación entre el Reino Unido y la Unión Europea tiene implicaciones para todos los jugadores de este mercado de aviación.
La IATA, en un documento preparado por Taylor Airey, estableció los efectos del Brexit sobre las aerolíneas que vuelan desde y hacia el Reino Unido. Las áreas afectadas tocan aspectos esenciales de la aviación: operaciones aéreas, seguridad aérea, los acuerdos de transporte aéreo incluyendo los celebrados por el Reino Unido y terceros países, los procesos de aduanas y de migración, operaciones de tierra, las reglas para el manejo de los slots, los derechos de los consumidores, el medio ambiente y el mercado laboral.
En todo caso, los derechos de tráfico están regidos por acuerdos de transporte aéreo, bilaterales y multilaterales. La autoridad aeronáutica del Reino Unido ha advertido que no tiene planeado negar el acceso al mercado para aerolíneas que no sean del Reino Unido. Así las cosas, se plantean varios posibles escenarios y en mi opinión, solo uno de ellos no restringirá el acceso a este importante mercado aéreo, veamos:
Pueden que se celebren acuerdos de transporte aéreo básicos conocidos como ‘bare bones’, los cuales cubrirían únicamente tercera y cuarta libertades del aire.
Es decir que las aerolíneas de ambas partes únicamente podrían ofrecer servicios de transporte aéreo de pasajeros, correo y carga entre el Reino Unido y la Unión Europea y viceversa pero no desde terceros países con retorno al Estado de registro de la aerolínea. Este escenario garantizaría una conectividad básica.
Es posible que la mirada se vuelque sobre el Convenio de Chicago de 1944 y el Reino Unido prefiera negociar acuerdos individuales con cada Estado de la Unión Europea. Esto podría levantar algunas restricciones con algunos Estados dependiendo de lo estratégico que resulte para ambas partes un acuerdo bilateral con derechos incluso de quinta, sexta y séptima libertades del aire.
El Reino Unido podrá también mantener su posición en el mercado único de aviación europeo en cuyo caso no habría ningún cambio en las regulaciones, derechos y otros aspectos relevantes del transporte aéreo. Bajo este escenario el impacto económico para el sector aéreo sería equivalente a no abandonar la Unión Europea. Prácticamente intranscendente incluso para el consumidor.
También jugará un papel importante el lugar de establecimiento de la aerolínea titular de los derechos de tráfico y la nacionalidad de los propietarios de la aerolínea. ¿En qué irá a parar esto? Lo veremos…
@ReyesJuanfelipe