CAMILO HERRERA MORA | El Nuevo Siglo
Viernes, 29 de Julio de 2011

El Mundial ya pasó


“No aprovechó la oportunidad para hablarle al mundo”


EN  2008 China se mostró al mundo como la potencia del siglo XXI, dejando ver el poder económico presente y su importancia cultural en la historia de la humanidad; igualmente en 2014 en el Mundial de Fútbol de Brasil ya sabemos que ocurrirá algo muy parecido, porque el gigante latinoamericano se presentará como lo “más grande del mundo”.


Por el contrario, Colombia dejó pasar la oportunidad de mostrarse al mundo como debe ser y como queremos ser en los años que vienen. Más allá de la bella ceremonia de inauguración, récord de taquilla que se presentarán y el buen fútbol, no aprovechó la oportunidad para hablarle al mundo.


Ser anfitrión del tercer evento deportivo más importante del orbe, no es sólo un voto de confianza, sino ocasión para que el planeta entero vea de lo que somos capaces, pero infortunadamente todo el que llegue por el aeropuerto Eldorado verá la realidad dolorosa: un país que piensa un nuevo aeropuerto internacional que al inaugurarse ya no dará abasto, una avenida en construcción consumida por la corrupción y un sector privado pujante que construye grandes edificios para prepararse para el futuro. Un sector público ineficiente y corrupto, frente a una iniciativa privada contundente.


No sé por qué no se comprendió que el Mundial era más que deporte y estadios remodelados (donde Coldeportes ha hecho la tarea y Clopatofsky ha sorprendido a más de uno, pese a las críticas sesgadas de algunos), era el momento de decirle al mundo que ya tenemos grado de inversión, que firmamos el Acuerdo de Madrid, que somos una de las demandas internas potenciales más importantes del mundo, que podemos ser la sede de grandes proyectos productivos y de servicios, y más que todo que no hay una guerra que nos consume, que ya no sólo somos café y que en los años venideros seremos fundamentales en la integración continental y como despensa de agua, comida y energía del mundo.


Pero la visión del evento se desdibujó, y esto comenzó desde que el entonces vicepresidente Santos candidatizó a Colombia como sede del Mundial de Fútbol y así logró la sede del Sub-20, e inmediatamente comenzaron los ataques diciendo que no estábamos a la altura del reto, que era una jugada política, que el país no podría.
Al final, el Mundial ya pasó y no le dijimos nada al mundo. Al igual que a mediados de los ochenta, las oportunidades de un evento mundial se opacan por la miopía de los dirigentes y la resistencia al éxito que tenemos.


Colombianada. Al final, menos mal no fue en Venezuela, o de lo contrario, el socialismo del siglo XXI estaría en la agenda mundial.
@consumiendo