El cultivo de Cannabis con propósitos medicinales fue aprobado en el 2018 por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos. El 9 de febrero del presente año la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó su veto al cannabis y recomendó a los gobiernos retirar dicha planta de la Lista IV de la Convención de Estupefacientes.
La OMS tomó en consideración su alto potencial terapéutico para tratar dolencias como el vértigo, la epilepsia, convulsiones y temblores, la rigidez muscular producida por la esclerosis múltiple y los efectos secundarios de las quimioterapias, como náuseas y dolores.
En los países donde la marihuana con fines medicinales se ha despenalizado, como Canadá, USA, Uruguay, Israel y naciones europeas como Francia, Holanda y Suecia, su cultivo y comercialización han aumentado aceleradamente.
La creación de empleo y los beneficios económicos aportados por su siembra, elaboración de aceites y otros derivados, distribución y venta, son tan importantes que sería absurdo ignorarlos en Colombia.
Según las cifras de la revista Criterio Inversionista (junio 2019), la industria del cannabis medicinal moverá 146.000 millones de dólares en el mundo, en el 2025.
En el verano de 2018 llegó la señal más importante sobre la dirección del mercado de la marijuana terapéutica, cuando el gigante de las bebidas Constellation Brands (Corona, Modelo, Pacífico) anunció una inversión de 4.000 millones de dólares en la empresa canadiense de cannabis Canopy Growth.
Recientemente, “la marihuana legal en Estados Unidos recibió un nuevo empujón cuando la poderosa Curaleaf Holdings anunció la absorción de Cura Cannabis Solutions, la compañía más importante del sector en el estado de Oregón, en un acuerdo valorado en 1.200 millones de dólares. (…) Cura Cannabis es la cuarta compañía de productos de cannabis en EE UU y vende aceites de cannabis en cartuchos vaporizadores bajo la marca Select Oils” (El País, mayo/2019).
Las noticias sobre el crecimiento y desarrollo de esta industria no dejan de multiplicarse. Colombia no puede desaprovechar el momento. Como podemos ver, grandes inversionistas están ya moviendo sus fichas.
El país, que ya cuenta con el marco jurídico para la producción de cannabis con fines terapéuticos, debe participar sin demora en la importante expansión de dicha industria. Los expertos en el comercio de este producto agrícola consideran que Colombia podría colocarse a la cabeza de este mercado, pues ya se tiene experiencia en su producción y existen las condiciones perfectas para cosechar una excelente marihuana, de reconocida calidad.
El estigma de producir cannabis debe desaparecer y dar paso inmediato a una importante industria agrícola con fines medicinales, ya reconocidos y aceptados mundialmente. Esta nueva y valiosa industria traerá empleo, desarrollo y progreso a miles de colombianos.
La siembra de marijuana medicinal y veterinaria, como se está efectuando en otras naciones, podría ser el producto agrícola ideal para reemplazar los sembrados de coca. Existe la demanda y es totalmente legal y beneficiosa.
Colombia debe pensar también en el desarrollo de Cannabis sativa, para uso, entre otras cosas, como fibra textil (estopa) y cordajes de gran resistencia, combustibles ecológicos, celulosa para papel, aceites para aplicaciones medicinales y cosméticos y forraje para animales.
¿Si tenemos fama de producir la mejor marijuana del mundo y hemos sufrido tanto por ello, por qué ahora no voltear esa fama a nuestro favor?