CARLINA TOLEDO PATTERSON | El Nuevo Siglo
Viernes, 13 de Abril de 2012

Calvicie, el mal menor

 

En ocasiones es bien difícil descifrar si los propósitos de una compañía son realmente altruistas u obedecen a la necesidad de limpiar su imagen a como dé lugar. Una muestra de ello es la actual campaña publicitaria de Pacific Rubiales, cuya estrategia es bastante endeble dada la compleja coyuntura laboral que vivió el año pasado. ¿Habrá quien crea en la veracidad de los testimonios de presuntos beneficiarios los cuales se pautan en medios masivos? Lo dudo. Sin embargo, quien hoy me incomoda no es la compañía petrolera, sino la muñeca más popular de la historia quien ahora ha decidido ser calva.

En una página de Facebook llamada Beautiful and Bald Barbie (Bella y Calva Barbie) comenzó una campaña que presionaba a Mattel para que se decidiera a fabricar una Barbie sin pelo. Según escriben las tres responsables de la página, el fin es “crear empatía con niñas que han perdido su pelo por tratamientos de quimioterapia”. El propósito pareciera ser en principio loable, pero tiene dos aristas que me producen algo de rechazo.

En primer lugar, Mattel vivió el año pasado lo que quizá fue uno de sus peores en términos de mala imagen a causa de una campaña promovida por la ONG ambiental Greenpeace. Ken, el novio eterno de la Barbie, terminó la relación de manera radical. La razón que esgrimió fue porque ella promovía la tala de selva tropical en Indonesia para lograr así un papel más barato para la fabricación de sus empaques, en lugar de usar madera proveniente de plantaciones forestales certificadas por su sostenibilidad. Evidentemente, Mattel cambió de proveedor y hoy la relación de la pareja subsiste no obstante los altibajos naturales.

Ahora, en otro golpe mediático pero a la inversa, conocemos que ella decide ser calva para unirse a la causa de las niñas y mujeres quienes, a raíz de los tratamientos de quimioterapia a los cuales se ven obligadas a someterse, han perdido sus pelos rizados, lisos, ondulados, cortos o largos. Francamente, considero que es una campaña que raya en la superficialidad suprema porque quienes vamos de la mano con nuestras propias enfermas, sabemos que la cabeza calva es finalmente el mal menor. Para superarlo existen pelucas, turbantes, pañoletas o simplemente el precioso adorno de unos ojos infinitamente expresivos.

La Barbie calva minimiza el verdadero alcance del drama del cáncer en una familia. Son dolores, desalientos, depresiones, y la impotencia infinita de saber que la vida todos los días pende de un hilo y no de un pelo.

@CarlinaToledoP