Carlos Alberto Estefan Upegui | El Nuevo Siglo
Martes, 4 de Agosto de 2015

“Asistiendo posiblemente a distorsión de la realidad”

UN PARADIGMA

La verdad sobre la Santa


LO  que hoy es una serie de televisión con fines comerciales, donde la pauta publicitaria prima sobre cualquier otro propósito, podría estar faltando a la verdad y afectar el honor de una santa.
Me refiero a la Madre María Laura de Jesús Montoya Upegui, una mujer ejemplar al servicio de los pobres; y por su conducta y buenas costumbres, un paradigma para muchas jóvenes de la época actual, afectadas en su moral y en sus virtudes.
Educadora, escritora y misionera, quien vivió para servir a los demás y proteger a los necesitados.
Y si bien, una serie de televisión se define como “una obra audiovisual que se difunde en emisiones televisuales, manteniendo cada una de ellas una unidad argumental en sí misma y con continuidad, al menos temática, entre los diferentes episodios que la integran”; a criterio de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, Comunidad fundada por ella y a la cual perteneció, se trata de una telenovela que “inventa amoríos y diálogos que jamás existieron y que afectan al honor de la religiosa”.
Y agregan:
“Lo anterior da lugar a que los televidentes seguidores de la serie en mención consideren como ciertos y reales los hechos que allí se describen”.
Siendo así estaríamos asistiendo posiblemente a una distorsión de la realidad, con episodios que a criterio de los libretistas pudiesen al parecer estar en la búsqueda de elevar su rating de sintonía. Lo grave es que se trata de un público acostumbrado a ver otra clase de series como “Sin tetas no hay paraíso” y “El cártel de los sapos” etc., etc.; todas ellas, la antítesis de una vida ejemplar dedicada al servicio y al apostolado.
Y si la constante ha sido la violencia y la maldad no es raro que el televidente exija más de lo mismo.
Preocupación a la cual se suma la de quienes por razón de nuestro parentesco con la Madre Laura, conocemos esta historia desde su origen, transmitida de generación en generación a través de la narración de nuestros padres, tíos y abuelos.
Distinta a la de la serie en mención, no en todo por supuesto, quiero aclarar, porque además se trata de una excelente producción desde el punto de vista técnico, sino por el énfasis y la interpretación novelesca que ha querido darse a algunos de sus episodios.
En Colombia, de la misma forma como ha sucedido en otras oportunidades, por tratar de reproducir la historia lo que realmente ha ido quedando en el imaginario colectivo no es propiamente la verdad de lo sucedido, sino la versión que más se acomode al criterio de los libretistas y al trabajo de los productores según la audiencia.
De la santa colombiana ya se han transmitido los primeros tres capítulos y son veinticuatro: vaya uno a saber qué cantidad de inexactitudes aún falta por ver.