CARLOS ALFONSO VELÁZQUEZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 25 de Junio de 2012

Paradojas del positivismo jurídico

Como es sabido el “positivismo” es un sistema ideológico que rechaza todo concepto universal y absoluto, para acoger sólo las “certezas” derivadas del método experimental. De lo cual se ha desprendido que en el campo del derecho, no siempre pero sí  frecuentemente, la “ley positiva” se disloque de la “ley natural”.   

Pues bien, mientras que en Colombia no ha cesado el propósito de algunos grupos de presión para que se considere el aborto como “derecho fundamental” en la “ley positiva”, yendo así en contra de la “ley natural” (aquel sentido común que dicta, entre otras, la inviolabilidad de la vida humana desde la concepción hasta la muerte), vale la pena traer a colación un caso ocurrido recientemente en España (ver blog “El Sonar”) en el que se observa cómo el “derecho al aborto” puede llevar a trastocar tanto la deontología médica como la lógica jurídica.

Una joven de 22 años, en concordancia con la “ley positiva”, se sometió a un aborto en la octava semana de embarazo. El médico no supo realizar el aborto y en revisión posterior no advirtió que el feto seguía en el útero. Cuando finalmente observó que el embarazo seguía, habían pasado ya 22 semanas, lo que impedía realizar el aborto dentro de los plazos contemplados en la misma ley. El niño nació sietemesino, pero sano, y hoy es perfectamente normal. Y ¡vaya paradoja! el médico fue condenado por un tribunal de primera instancia de Palma de Mallorca, por negligencia médica, debiendo indemnizar a la madre con 150.000 euros por daños morales y al niño con 270.000 que se destinarán a su manutención hasta los 25 años.

Los reportajes derivados de la noticia muestran que, a diferencia de los efectos de otras negligencias médicas, ésta sólo trajo felicidad. La madre que no deseó el embarazo está hoy encantada con el niño: “Le quiero muchísimo y eso es lo importante”. Cuando quiso abortar temía la reacción de sus padres, pero… “en mi casa al principio fue muy fuerte, pero ahora me apoyan, adoran a mi hijo”. También declaró que cuando quedó embarazada “no tenía otra opción que abortar”, pero hoy está encantada de tener un niño entre sus brazos lo que confirma que un embarazo no deseado puede terminar en  un niño muy deseado, si se le da tiempo para ser aceptado; y que esa mujer, que ante el embarazo imprevisto pensó que se le venía el mundo encima, no viendo más salida que el aborto, pudo reorientar su vida satisfactoriamente porque encontró la debida ayuda.

La ayuda inició por un médico que fue condenado por su negligencia al no saber valorar la ecografía ni calcular debidamente la edad gestacional, lo cual obró a favor de la salud del niño. Y ¡vuelve la paradoja! la condena del tribunal dejó el mensaje de que la intervención abortista responde a una buena praxis si conduce a la muerte del feto; en cambio, es mala la praxis si le permite seguir viviendo.