“Se trata de construir el futuro de la región”
El libro-propuesta Casa Grande Caribe, de Jaime Bonet Moron y Diana Ricciulli Marin (Editores), de la colección Regional del Banco de la República, es el documento más importante que se ha publicado en la historia del desarrollo de la Costa Caribe. Quien lo lea y analice los estudios que contiene comprenderá que no hay exageración en esta afirmación. ¿De qué se trata? Se parte de que “en las condiciones sociales, el Caribe colombiano mantiene una amplia brecha frente al resto del país. Cerca de 2.8 millones de costeños continúan en condiciones de pobreza multidimensional”.
En una columna de febrero de 2018 dimos cuenta de la iniciativa Casa Grande Caribe, impulsada por Adolfo Meisel, con el respaldo de Vamos Barranquilla, Cartagena y Santa Marta, el CEER, Fundesarrollo, Ciudad Caribe de la ANDI y las fundaciones Mamonal y Promigas.
El objetivo trazado es “identificar las inversiones que la región debe emprender para superar el rezago en cuatro áreas: 1) Educación, 2) Nutrición, 3) Salud y 4) Acueducto y Alcantarillado. Hoy nos centraremos en el capítulo sobre la Nutrición y Primera infancia para la Inclusión y la Transformación Social, de Laura Cepeda y Cindy Benedetti. Veamos: “Las inversiones sociales en la primera infancia tienen una relación costo-beneficio más alta respecto a intervenciones en otros periodos de la vida”… “En Colombia se estima que por cada dólar invertido en atención a la primera infancia, el retorno en salarios de los niños intervenidos es de 32 centavos, mientras que por cada dólar invertido en educación superior el retorno es de 23 centavos (Bernal y Camacho 2010)… En consecuencia, muchas de las dificultades que se evidencian en los adultos tienen origen en los primeros años de vida”.
“La mayor brecha se presenta en la desnutrición global severa”… “Por cada niño con ese diagnóstico nutricional en el resto del país, había mas de 2.5 niños con ese mismo diagnóstico en la región Caribe”. La situación más alarmante es la de La Guajira, pero no deja de ser preocupante en el resto de los departamentos costeños. Otro dato gravísimo: “en 2016 la mortalidad por desnutrición en la región Caribe fue 3.5 mayor que en el resto del país”.
El punto 4 del capítulo que comentamos contiene las intervenciones necesarias “en pos de erradicar la desnutrición y ampliar la atención”. Sus dos grandes ejes son: recuperación de niños diagnosticados con desnutrición aguda y de madres gestantes que están en riesgo de desnutrición, y la ampliación de la cobertura de la atención de la primera infancia. El documento es denso y minucioso. Trae hasta las fórmulas terapéuticas de la OMS.
Se hacen, también, las cuentas de la inversión necesaria para erradicar y prevenir la desnutrición en la región Caribe: “En total, serían USD 3.002 millones, para atender a los niños por doce años y hasta los cuatro años cumplidos”.
La Casa Grande Caribe ha realizado gestiones sobre la organización que se requiere para llevar a la práctica sus propuestas e intervenciones. A los estudiosos y gerentes hay que sumarle la participación de las comunidades y la responsabilidad política de las autoridades veredales, municipales, departamentales y nacionales. Un esfuerzo de investigación tan profundo y serio como éste no se puede quedar simplemente escrito. Es más, hay que realizar su más amplia divulgación en todas las capas sociales. Se trata, ni más ni menos, de construir el futuro de la región. Debo, finalmente, expresar mi admiración por los autores de tan transcendental documento- “herramienta”.