Años atrás se empezó a advertir del riesgo para el país con el plan de Gustavo Petro para llegar a la presidencia de la República e implementar el modelo castrochavista en Colombia y señalaban al Centro Democrático como extremista y sembrador de miedo. Hoy que vivimos la realidad de un gobierno de extrema izquierda, nos dan la razón; la Democracia, la libertad y las instituciones están en inminente riesgo.
Hablar de una Constituyente convocada por el presidente de la República ha prendido todas las alertas. Hay que recordar que él, en su campaña en plaza pública rodeado de líderes progresistas, especialmente del Partido Verde, expuso la tabla de compromisos para llegar a la Presidencia; al mejor estilo de Juan Manuel Santos, firmó sobre mármol que no convocaría a una Constituyente si llegaba a la Casa de Nariño. Pero todo es un engaño porque insiste en la importancia del mecanismo alejado del trámite constitucional y legal. Lo afirmó en uno de sus encuentros con la comunidad: “no se preocupen por la forma, lo que interesa es el fondo”. ¿Será que su pretensión es quedarse en el poder y sustituir la democracia por una dictadura al mejor estilo castrochavista?
Colombia está viviendo momentos de incertidumbre, la inseguridad jurídica para inversionistas es crítica, la seguridad física se debilita a pasos agigantados, anuncios como la decisión de la EPS Sura generó una profunda preocupación, cinco millones de usuarios quedaron a la deriva, en Antioquia 4,7 millones de ciudadanos en riesgo total al depender de la EPS Sura y de Savia Salud EPS esta última que está intervenida sin argumento y estudio técnico por el Gobierno Nacional. También la reforma pensional que avanza y que no es más que expropiar el ahorro de más de 16 millones de colombianos; se retoma el debate y la votación de la reforma laboral, que es la peor amenaza a las empresas del país; y el proyecto de ley de la creación de la empresa Ecominerales como modelo de estatización de la actividad minera está a punto de ser aprobado en la Comisión Primera de la Cámara de Representantes. Al mejor estilo de la extrema izquierda: el gobierno va por todo.
El reto que tenemos como país es inmenso: preservar la democracia, evitar que el presidente Petro cierre el Congreso y que debilite las instituciones. Tantos mensajes cruzados no pueden ser una coincidencia. El rumor que suscitó la semana pasada en los pasillos del Legislativo: “Petro no va a instalar las sesiones el 20 de julio”, pues el mandatario ese mismo día estará en su gran evento, la “Asamblea Constituyente Popular”, que ¿cuál será su objetivo?
Tenemos que evitar que se derroque la democracia, las manifestaciones de los expresidentes Pastrana, Uribe, Santos y Duque frente al desacuerdo con una Constituyente es un buen mensaje, pero se requiere más contundencia y pronunciamientos de los gremios, empresarios, academia, periodistas, jóvenes y líderes del país.
Cuando un Estado pierde el orden constitucional y democrático, y se espera que lleguen a salvarlos están perdidos. ¿Quién ha salvado a Venezuela? Nadie. La relación con la comunidad internacional y diplomática es esencial para crecer como país, pero lo que no se puede es estar confiados en que ellos pueden salvarnos del castrochavismo.
El país necesita más unidad, resistir y no desistir. La unidad genera un muro de contención contra las intenciones del presidente Petro, se debe insistir para que los partidos políticos reaccionen y se ubiquen del lado correcto. Una mayoría en el Congreso evitaría estatizar a los sectores económicos, lograríamos archivar las reformas sociales y se ejercería más control político al gobierno.
El castrochavismo no es un sofisma, es una realidad que empezó a dar sus primeros pasos en Colombia. Nadie pretende darle un golpe de Estado al presidente Petro. Lo único que exigimos es que respete la democracia, que termine su mandato, y que en el 2026 tengamos elecciones libres.