Por los días de Semana Santa los bogotanos pudimos disfrutar de orden y un tránsito agradable a más de despejado; definitivamente la ciudad un poco descongestionada se torna amena, atractiva y hospitalaria; las ciclo rutas desahogadas y definitivamente más cordiales sus usuarios. Qué linda capital. Lástima que la dicha no dure lo añorado, porque pasada la Semana Mayor las cosas retornan a su cauce y el sueño termina, para regresar a la cruda realidad.
Hacer de la capital la ciudad de las bicicletas es plausible, y más si con ello se contribuye a evitar la contaminación que tanto mal le hace a Bogotá y sus habitantes; pero como todo proyecto que se desarrolla o aplica en las grandes urbes, nos faltó socializarlo hacer entender a los ciclistas que ellos tienen una gran responsabilidad en el uso de la máquina y la utilización de la vía. No sé en qué momento las ciclo rutas se convirtieron en amenaza para los peatones; no sé, si mis ambles lectores se habrán percatado de la situación, pero es grave, muy grave.
Permítanme hacerles un relato corto de ciertas realidades que se presentan en las vías. Empecemos por las rutas demarcadas en las aceras occidentales sobre la carrera 11, entre calle 90 y 98. En estos sectores si usted se baja de un auto y pretende ingresar a un edificio, ubicado en ese costado de la carrera 11, debe mirar con precaución a los dos lados, porque las autoridades de tránsito habilitaron una franja en el andén para uso de las bicicletas, permitiendo que los ciclistas se desplacen de sur a norte o viceversa sin ningún impedimento, recomendación o control. De manera que si no quiere correr el riesgo de ser atropellado debe fijarse muy bien que no venga algún bici usuario.
Por otro lado nuestro amigos ciclistas resolvieron que no utilizan las ciclo rutas y se tomaron las calzadas de vehículos para sus desplazamientos, de manera que los observamos sobre la carrera séptima pasando de un carril a otro, con la mayor tranquilidad y riesgo posible para su integridad y responsabilidad de los conductores, que miran impávidos ese comportamiento a más de riesgoso retador. La carrera 19 de la calle 100 hacia el norte, por el separador central también se habilito una ruta para bis usuarios, que utilizan con frecuencia, lo que demuestra lo acertado de la implementación, pero en las bocacalles, nuestros amigos olvidan el semáforo o piensan que no los obliga y ponen los conductores en calzas prietas para evitar accidentes. Se nos acabó el espacio y no puedo dejar de pedir control para estos personajes, compromiso y respeto con los peatones, mesura en las velocidades, educación y buenos modales para evitar enfrentamientos y malos momentos viales.