Tuve el privilegio de estar en Washington D.C., durante las elecciones y las tres semanas previas y ver cómo se puede ganar el voto popular y perder el voto electoral, como sucedió. Los estados del noreste de los Estados Unidos, con excepción de New Jersey, votaron por la candidata demócrata y los del sureste por el republicano. Los de la costa oeste por Clinton. Los del centro, por Trump. Los análisis dicen que Trump arrastró a los blancos de clase media y campesina, sin educación superior, que se consideran desposeídos y olvidados por el establecimiento.
Los debates fueron de alquilar balcón. Se insultaron: Trump acusó a Clinton de criminal por el lío de los emails y prometió meterla a la cárcel, cosa que no está en sus manos. Clinton lo trató de evasor de impuestos, delito gravísimo, y de misógino y violador.
Es evidente que el memorando del FBI sobre los emails, solamente diez días antes de la elección, afectó a Clinton en materia grave. Y la rectificación no mejoró la situación. Treinta millones de votos se depositaron anticipadamente de manera que o no conocieron el memorando del FBI o no supieron de la rectificación.
Buena parte de los argumentos de Trump fue contra las políticas de Obama, de quien dijo que no era estadounidense. Acusó a la política cubana e islámica como peligrosas para los Estados Unidos y, en materia interna, denostó del programa social estrella del presidente, el “Obamacare”, que prometió eliminar, aunque ya elegido dijo que había que modificarlo porque tiene cosas buenas.
A Clinton la afectó que, cuando llevaba siete puntos de ventaja, dijo que el aborto debía permitirse hasta la víspera del parto y prometió aumentar las ayudas a Planned Parenthood, que tiene a sus costillas más de un millón de abortos.
Esto causó conmoción en las iglesias cristianas y no debe olvidarse que los gringos, blancos y negros, de clase media son muy religiosos. Y no es que Trump sea muy pro-vida. Además, es misógino, belicoso, ignorante e impulsivo, xenófobo y racista (prometió expulsar once millones de indocumentados -Obama ha expulsado dos y medio millones-, construir el muro con México, y prohibir la entrada de musulmanes).
Alguien dijo que cualquier candidato demócrata, excepto Clinton, habría derrotado a Trump y que cualquier candidato republicano habría derrotado a Clinton. Porque, a decir verdad, no se sabe cuál era peor.
Trump entra con mayoría en ambas cámaras del Congreso. Ese órgano es bien independiente y no lo va a dejar hacer barbaridades. Puede gobernar por órdenes ejecutivas pero los asuntos importantes están en manos del Congreso.
Nominará un juez en la Corte Suprema para reemplazar al juez Scalia y conservará el control conservador de ese órgano.
Los Republicanos van a asegurarse de que la gente que entre al gobierno sea competente y confiable para que Trump no haga locuras.
Un amigo gringo me escribió un email que decía: “Vendo casita con vista a lago pintoresco. Motivo traslado a Buenos Aires”.
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Coda: Kerry felicitó a Santos por el nuevo acuerdo con las Farc antes de que fuera publicado. Por esas cosas los gringos votaron contra Obama.