Colombia, de Angostura a Cúcuta | El Nuevo Siglo
Viernes, 3 de Septiembre de 2021

El Libertador, conmovido, traza en Angostura la visión de lo que sería Colombia “La reunión de la Nueva Granada y Venezuela en un grande Estado, ha sido el voto uniforme de los pueblos y Gobierno de estas Repúblicas. La suerte de la guerra ha verificado este enlace tan anhelado por todos los colombianos; de hecho estamos incorporados. Estos pueblos hermanos ya os han confiado sus intereses, sus derechos, sus destinos. Al contemplar la reunión de esta inmensa comarca, mi alma se remota a la eminencia que exige la perspectiva colosal, que ofrece un cuadro tan asombroso”. Entonces, imagina una Republica riquísima en medio del universo, sin saber que los enanos y politiqueros de siempre, disolverían la unión y parcelarían a Colombia hasta arruinarla. 

Recordemos que bajo la inspiración del Libertador Simón Bolívar el Congreso de Angostura el 17 de diciembre de 1820, que casi unas horas antes vulneraba en ausencia su jefatura y había depuesto a Zea, como consecuencia de su triunfo militar en la Nueva Granada, aprueba la ley fundamental de la República de Colombia, hija de la visión política del joven aristócrata y caudillo caraqueño que por entonces contaba 36 años. La República comprende tres Departamentos: la Capitanía General de Venezuela, el antiguo Virreinato de la Nueva Granada, extensos territorios aun en poder de los realistas, así como está por liberar la Presidencia de Quito e incorporar Panamá. Se dispone que Cúcuta sea provisionalmente la capital de Colombia la grande, aldea equidistante en cierta forma entre Caracas y Bogotá. A su vez, provisionalmente se nombra a Bolívar como presidente de Colombia, Roscio vicepresidente de Venezuela y Santander de Cundinamarca. Algunos historiadores como Robert Harvet, autor del libro “Los Libertadores” sostienen que unir a estos tres Departamentos es un error garrafal, puesto que estaban destinados a repelerse y pugnar entre sí.

Territorios que bajo el régimen español estuvieron por trescientos años bajo la misma bandera y dependientes de diferentes formas de gobierno y divisiones internas. Por supuesto, algo de razón tienen los localistas que abogar por su terruño, en tanto recordemos que las diferencias no eran sustanciales ni en lo religioso, ni político y todos se expresan en castellano y beben su tradición del mismo cántaro cultural hispánico. El factor aglutinante es la visión geopolítica del Libertador, más su legado de autodeterminación política, libertad y mezcla racial…  

Si Fernando VII no hubiese enviado al general Pablo Morillo, en política liberal, a sofocar por las armas los desórdenes en Hispanoamérica, al abolirse el absolutismo en España, bajo la constitución de 1812, se habría podido evolucionar a una paz que replantease las relaciones entre los pueblos hispanos y mantener la hermandad o llegar a la libertad por la vía pacífica, más bajo el impulso sangriento de la guerra a muerte en Venezuela se abría un abismo difícil de superar. Incluso, cuando desde Madrid le piden al general Morillo que actúe con moderación, éste más se empecina en ganar la guerra.

Al extenderse el infierno bélico las gentes del pueblo que, inicialmente, en su mayoría eran realistas, cambian de bando. En tanto, Bolívar, practica la democracia pura en el estamento militar y libera los esclavos que se suman a la causa. A la inversa, luego, cuando Bolívar busca el reconocimiento pacifico de España, Fernando VII, se enroca con desesperación para conservar unos dominios que se le escapan de sus frágiles manos. 

El Libertador, en Cúcuta, inspirado en la grandeza, se disgusta por la actividad nociva de los leguleyos e intrigantes politiqueros alérgicos a su realista modelo de Estado con autoridad, presenta su renuncia que no aceptan los mismos legisladores que intentan socavar su autoridad, más el gran hombre consigue que aprueben el artículo 128 clave para gobernar y salvar la República. El presidente: “En los casos de conmoción interior a mano armada, que amenace la Seguridad de la República; y en los de una invasión exterior, y repentina, puede, con previo acuerdo y consentimiento del Congreso, dictar todas aquellas medidas extraordinarias que sean indispensables, y que no estén comprendidas en la esfera natural de sus atribuciones”. Si el Congreso no estuviese reunido tendrá la misma facultad por sí solo; pero le convocará sin la menor demora, para proceder conforme a sus acuerdos”. Y vuela con sus tropas a hacer historia en el sur.