A propósito de 200 años de relaciones diplomáticas entre Colombia y México, cabe recordar el momento en que se constituyen en Repúblicas independientes.
México inicia su proceso el 16 de septiembre de 1810 con el Grito de Dolores protagonizado por el padre Miguel Hidalgo, mientras que Colombia, lo hace el 20 de julio de 1810 con el Grito de Independencia, producto de los altercados entre criollos y empleados de la Corona.
A pesar de la lucha insurgente, en un primer momento, ambas reconocieron la autoridad de Fernando VII. Así, la constitución como repúblicas independientes sólo se da hasta 1821 en el caso de México, recibiendo el primer reconocimiento de parte de Colombia; y en 1819, después de la Batalla de Boyacá, en lo que a Colombia se refiere.
Bolívar, contando en 1799 con apenas 15 años, tuvo su único contacto con México cuando camino a Madrid para recibir formación militar se detuvo en Ciudad de México. Años después, en 1824, recibiría la ciudadanía mexicana tras su gesta independentista. El reconocimiento se otorgó al considerar, que fue “el más importante libertador de América, junto con George Washington”.
Cuando la república independiente de México estableció relaciones diplomáticas con Colombia, el entonces Ministro plenipotenciario en Colombia, Anastasio Torrens, entregó a Bolívar su ciudadanía.
Por aquella época las dos naciones compartían frontera, pues Costa Rica pertenecía a México y, Panamá, a la Gran Colombia.
Aunque no existe evidencia de pronunciamiento expreso de Bolívar, recibir tal honor lo llenó de satisfacción. Rechazando cualquier posibilidad de conformación de “imperios” en la región, el primer diplomático de Colombia en México, Miguel Santa María, defendió la idea republicana y cooperó con la conspiración dirigida por los republicanos mexicanos para derrocar a Itúrbide.
En defensa de los próceres de la independencia, sentaron las bases de la doctrina latinoamericana de asilo político a través del Tratado de no extradición por delitos políticos que protegía a los caudillos de la independencia perseguidos por España.
El arte en todas sus manifestaciones, la sabiduría ancestral que ha permeado los sucesos a lo largo del tiempo, ha estado presente en el ámbito de las relaciones diplomáticas.
Conscientes de su importancia en la región, Colombia y México han construido sendos escenarios para la cooperación.
Con una posición geográfica estratégica, una afinidad de valores y coincidencias en temas fundamentales, han propendido por potenciar las ventajas de tal situación.
En términos de seguridad hemisférica y comerciales se han suscrito acuerdos y liderado estrategias benéficas para la región. Ejemplo son la Alianza del Pacífico o la Celac, en cuya reciente Cumbre se eligió como presidente pro témpore, apoyado por Colombia, a México, señalando la importancia de avanzar en la toma de medidas para contrarrestar el impacto de la pandemia y de lograr la construcción de capacidades para producir vacunas.
Las dos naciones han coincidido en reafirmar los postulados democráticos, la defensa de la libertad y el respeto por los derechos de los pueblos.
Los propósitos compartidos, han llevado a México y a Colombia a establecer mecanismos bilaterales de cooperación para enfrentar amenazas comunes en materia de seguridad o las que se derivan de flagelo tan complejo como el narcotráfico.
Colombia y México han comprendido que son la cooperación y la solidaridad los faros que deben guiar a los Estados. Sus habitantes ven con esperanza los esfuerzos abordar los asuntos propios de la migración.
Así, es posible augurar otro bicentenario de una alianza que trasciende coyunturas, edificada sobre aquello que inspiró los primeros acercamientos y que está más vigente que nunca.
Por @cdangond