El anhelo de vivir en un país más seguro es un sueño constante del colombiano de a pie ya que la delincuencia común, con sus múltiples facetas, se ha convertido en un flagelo que golpea diariamente a la ciudadanía, generando temor e incertidumbre en cada rincón del territorio nacional.
Aunque problemas estructurales como la corrupción, la migración descontrolada y la falta de oportunidades laborales contribuyen a este panorama, la delincuencia común sigue siendo el rostro más visible de la inseguridad.
Esta delincuencia, caracterizada por su oportunismo y falta de planeación, impacta directamente a los ciudadanos con actos como atracos callejeros, hurtos a residencias y micro tráfico de estupefacientes. Estos hechos, aunque aparentemente aislados, construyen una narrativa que lleva nuestra ciudadanía a experimentar una constante sensación de inseguridad; no es de extrañar que el término "percepción de inseguridad" se haya convertido en un concepto recurrente para los debates de expertos, adelantados por diferentes organizaciones gubernamentales durante las últimas décadas, ya que el ciudadano se ve obligado a ser espectador de actos delictivos como los que venimos enumerando.
El reto de combatir la delincuencia común nos viene demostrando la urgencia de comprender que esta problemática no se debe exclusivamente a la falta de pie de fuerza policial, como a menudo se argumenta. La raíz del problema radica en la ausencia de canales de comunicación efectivos entre la ciudadanía y las autoridades, medios o puentes flexibles que permitan recolectar información crucial para realizar estudios de inteligencia y diseñar estrategias preventivas de forma expedita y oportuna.
La delincuencia común se ha tornado más violenta y agresiva, actuando como un trampolín hacia estructuras criminales organizadas, por ello, resulta fundamental fomentar la colaboración entre la población y las fuerzas del orden. La integración y el compromiso ciudadano son esenciales para identificar patrones delictivos, anticiparse a los hechos y generar soluciones efectivas.
El papel de las cárceles y el sistema penal son otros puntos críticos en esta lucha contra la criminalidad, donde el sistema penitenciario juega un papel determinante, pues la falta de cárceles adecuadas, capaces de cumplir funciones de resocialización, con infraestructuras intimidantes, ha permitido la excarcelación de malhechores, facilitándoles la reinserción al delito y, por ello, tenemos la exacerbación de delincuentes reincidiendo con total impunidad.
La justicia debe garantizar que quienes cometen delitos enfrenten consecuencias serias y efectivas, enviando un mensaje claro de exclusión a cualquier espacio con visos de impunidad. Enfrentar a la delincuencia común requiere un enfoque integral basado en tres pilares: castigo justo, compromiso ciudadano y resultados efectivos de las autoridades. Esta "llave de seguridad" no solo permitiría recuperar la confianza en las instituciones, sino también avanzar hacia un país más seguro, donde el sueño de circular por nuestras vías sin temor, sea una realidad al alcance de todos.