El pasado fin de semana fueron los comicios electorales en la vecina República de Venezuela, para la elección de gobernadores, oportunidad que esperaba ansiosamente la oposición para hacerse a la mayoría de las gobernaciones, pues solamente cuenta con tres en este momento y con la experiencia del referéndum para mantener la Constitución, perfectamente podría estar haciendo cuentas para tomarse la mayoría de los gobiernos región, once o doce gobernaciones por lo menos. Sin embargo, el Gobierno rápidamente replicó al mundo su triunfo electoral sobre la oposición, anunciando que lograron elegir una mayoría de gobernadores oficialistas, dejando a la oposición sólo cinco gobernaciones y como punto significativo, perdiendo la oposición, la segunda representatividad electoral, el Estado de Miranda, que tradicionalmente había sido del opositor Caprilles, pero que fue inhabilitado..
Resulta paradójico que un Gobierno que cuenta con una desaprobación del ochenta por ciento de los venezolanos, resulte alzándose con el setenta y cinco por ciento de las gobernaciones. Son cuentas que no cuadran y lo único que justifica unos resultados tan desconcertantes es precisamente que se vienen utilizando instrumentos no democráticos para seguir contando con las mayorías, al menos en apariencia. Uno de esos mecanismos es el encarcelamiento de los líderes de la oposición que se ha vuelto una costumbre recursiva y los inhabilita como cabezas visibles de los sufragios; otro sistema consiste en inhabilitar a los exmandatarios por acciones de los organismos de control de cuentas o disciplinarios; aparece también la manipulación de los archivos electorales que impido a opositores claves participar en los comicios. En fin, los gobiernos hegemónicos siempre encontrarán sutiles maneras para perpetuarse en el poder e impedir que una manifestación democrática les corte sus ansias de permanecer en el mismo.
Sin duda, también la oposición tuvo sus equivocaciones. Una ambivalencia manifiesta, pues no había unidad de criterio sobre si se debía salir a votar o manejar la abstención. Hasta última hora la esposa del opositor López, con prisión domiciliaria, vino a decir que era necesario participar en los comicios, cuando su esposo había sostenido anteriormente que la conducta debía ser la de la abstención. Por su parte, María Corina Machado, opositora y fundadora de Vente Venezuela, sostuvo hasta el final que votar era hacerle el juego a la ilegitima Asamblea Nacional Constituyente.
Es claro, una dictadura nunca entrega el poder por las buenas; las dictaduras democráticas son las peores, pues se disfrazan de legitimidad para justificar su ilegitimidad. Ahora, si los gobernadores electos de la oposición quieren posesionarse, deberán acudir ante la Asamblea Nacional Constituyente a demostrar sumisión, con el efecto político que ello tiene, al reconocerle autoridad. Maduro, volvió y se salió con la suya.