Qué quede claro: el gobierno y las fuerzas armadas deben dar una amplia y veraz explicación al país sobre lo acontecido durante la operación militar que acabó con el campamento y la vida del cabecilla de las disidencias de las Farc conocido como “Cucho”, durante la cual, desgraciadamente, murieron 8 menores. Esto es indispensable para despejar el disgusto, el dolor y las dudas que tiene la ciudadanía con respecto a lo sucedido.
Pero también debe quedar claro, y muy claro, que los narcotraficantes que secuestran y reclutar menores para combatir en sus estructuras criminales, son los culpables de tragedias como esta.
Son ellos quienes ponen en riesgo mortal la vida de los menores y así lo reconoce la Corte de Derechos Humanos. Ellos son responsables de lo que suceda con sus vidas, son los culpables de su muerte, si esta ocurre estando en sus campamentos, o durante un combate. Ellos convierten a estos niños en escudos vivos, en carne de cañón.
El secuestro y reclutamiento de menores ha sido una constante de los grupos terroristas colombianos, de los narcotraficantes, que han permeado nuestra historia en las últimas décadas, como las antiguas Farc y sus nuevas disidencias, el Eln, los paramilitares.
Se han mencionado muchas cifras sobre cuantos menores fueron reclutados por las Farc y el consenso general se acerca a tres mil. Entre ellos, niñas reclutadas no sólo para la lucha armada sino también para el humillante servicio sexual de los capos y la tropa.
Inexplicablemente, los jefes desmovilizados de las Farc solo han entregado a 145 de los menores, menos del cinco por ciento. ¿Qué pasó con los restantes? ¿Acaso los menores que no fueron entregados por los narcoguerrilleros murieron, sin que haya quedado rastro de ellos? ¿Acaso no se les permitió desmovilizarse y fueron obligados a quedarse en el monte y hoy forman parte de las disidencias u otros grupos narcotraficantes, como los carteles mexicanos infiltrados en el país? Peor aún ¿fueron vendidos a estos?
Hoy, cuando todos demandamos explicación sobre lo ocurrido en el mencionado bombardeo, igual deberíamos exigir explicaciones sobre los miles de niños desaparecidos luego de ser secuestrados y reclutados por los terroristas.
Y me refiero a todos, inclusive los qué se han negado a hacerlo hasta ahora, entiéndase: los senadores del partido de las Farc, los del Polo, los verdes, el hoy declarado defensor de los niños, el camaleónico senador Roy Barreras y todos los destacados periodistas que se han hecho los de la vista gorda ante este vergonzoso tema.
No se le ha oído a Roy Barreras denunciar el reclutamiento, secuestro, de menores, ni exigir explicación sobre los miles de niños desaparecidos por los cuales las Farc no dan explicación alguna, ni han pedido perdón a Colombia, ni siquiera a las familias de los niños.
Reclutar menores de edad es un crimen de lesa humanidad que aparentemente no se tiene en cuenta en nuestro país. Se condena con inquina la profundamente lamentable muerte de menores en un operativo militar pero no se condena ni analiza por qué había menores en ese campamento. Aquí hay algo corrupto, feo, con una intención política clara y cínica.
Debemos exigir información sobre los niños reclutados. Queremos saber dónde están, ¿quién responde por ello? ¡Los queremos vivos!
Qué quede claro: el gobierno y las fuerzas armadas deben dar una amplia y veraz explicación al país sobre lo acontecido durante la operación militar que acabó con el campamento y la vida del cabecilla de las disidencias de las Farc conocido como “Cucho”, durante la cual, desgraciadamente, murieron 8 menores. Esto es indispensable para despejar el disgusto, el dolor y las dudas que tiene la ciudadanía con respecto a lo sucedido.
Pero también debe quedar claro, y muy claro, que los narcotraficantes que secuestran y reclutar menores para combatir en sus estructuras criminales, son los culpables de tragedias como esta.
Son ellos quienes ponen en riesgo mortal la vida de los menores y así lo reconoce la Corte de Derechos Humanos. Ellos son responsables de lo que suceda con sus vidas, son los culpables de su muerte, si esta ocurre estando en sus campamentos, o durante un combate. Ellos convierten a estos niños en escudos vivos, en carne de cañón.
El secuestro y reclutamiento de menores ha sido una constante de los grupos terroristas colombianos, de los narcotraficantes, que han permeado nuestra historia en las últimas décadas, como las antiguas Farc y sus nuevas disidencias, el Eln, los paramilitares.
Se han mencionado muchas cifras sobre cuantos menores fueron reclutados por las Farc y el consenso general se acerca a tres mil. Entre ellos, niñas reclutadas no sólo para la lucha armada sino también para el humillante servicio sexual de los capos y la tropa.
Inexplicablemente, los jefes desmovilizados de las Farc solo han entregado a 145 de los menores, menos del cinco por ciento. ¿Qué pasó con los restantes? ¿Acaso los menores que no fueron entregados por los narcoguerrilleros murieron, sin que haya quedado rastro de ellos? ¿Acaso no se les permitió desmovilizarse y fueron obligados a quedarse en el monte y hoy forman parte de las disidencias u otros grupos narcotraficantes, como los carteles mexicanos infiltrados en el país? Peor aún ¿fueron vendidos a estos?
Hoy, cuando todos demandamos explicación sobre lo ocurrido en el mencionado bombardeo, igual deberíamos exigir explicaciones sobre los miles de niños desaparecidos luego de ser secuestrados y reclutados por los terroristas.
Y me refiero a todos, inclusive los qué se han negado a hacerlo hasta ahora, entiéndase: los senadores del partido de las Farc, los del Polo, los verdes, el hoy declarado defensor de los niños, el camaleónico senador Roy Barreras y todos los destacados periodistas que se han hecho los de la vista gorda ante este vergonzoso tema.
No se le ha oído a Roy Barreras denunciar el reclutamiento, secuestro, de menores, ni exigir explicación sobre los miles de niños desaparecidos por los cuales las Farc no dan explicación alguna, ni han pedido perdón a Colombia, ni siquiera a las familias de los niños.
Reclutar menores de edad es un crimen de lesa humanidad que aparentemente no se tiene en cuenta en nuestro país. Se condena con inquina la profundamente lamentable muerte de menores en un operativo militar pero no se condena ni analiza por qué había menores en ese campamento. Aquí hay algo corrupto, feo, con una intención política clara y cínica.
Debemos exigir información sobre los niños reclutados. Queremos saber dónde están, ¿quién responde por ello? ¡Los queremos vivos!