Colombia país de maravillas, sorprende con destacados líderes culturales que con un lenguaje literario construyen historias, expresan sentimientos, anécdotas, pintando en profundidad episodios de su diario vivir.
Hoy nos sumergimos en los submundos escondidos de la localidad cuarta de San Cristóbal. Encontramos a Oscar Emilio Bustos, periodista de profesión, cronista, autor de numerosas obras y observador nato del paisaje urbano, quién con espíritu quijotesco explora las inteligencias creativas de su comunidad.
Oscar Emilio organiza un Taller de Crónicas, en el Centro Comunitario La Victoria, dirigido por el bibliotecólogo Carlos Vera, para que sus vecinos escudriñen los corazones, compartiendo costumbres y comportamientos, reviviendo cada día los vínculos de hermandad que los caracterizan.
Uno de los participantes, el poeta John Jairo Zuloaga, escribió su crónica sobre la figura de Joaquín Zapata, poeta con alma de navegante que llegó de España.
Y es que todo aventurero tiene algo que retiene, como Calipso a Ulises, en sus correrías por el mar Egeo. Como andariego está más próximo a Ulises que al Quijote de la Mancha.
Señala: Fue por muchos años un Ulises completo, porque “llegaba a casa y se encontraba con una Penélope moderna que lo esperaba mientras veía televisión”
En este taller también nos sorprende Yazmín del Rosario Cifuentes con una crónica titulada “La Doña de Nadie”
Describe a una señora de cabellera blanca, fundadora de los negocios de artesanías y artículos religiosos, ubicados en las afueras de la iglesia del 20 de Julio.
Indagué sobre su origen, manifestándole que sentía mucho frío. Me respondió: “Uyyy Sí…yo soy de Ibagué, llevo 50 años en Bogotá”.
Las puertas de su alma se abrieron de par en par, dejando ver una sonrisa primogénita con dientes de un blanco reluciente y labios color rojo mate, chaqueta negra, pantalón rojo de algodón y un bolso negro que rodeaba su cintura sobre la cual deslizaba su mano izquierda para palpar la existencia de su caja menor.
Con alegría añadí, del Tolima es la lechona, los bizcochuelos y el tamal. Como si hubiese dicho tres palabras mágicas, el semblante de la Doña se llenó de luz, emocionada me reveló lo ingredientes: “el tamal original lleva carne de res, cerdo, pollo, chorizo, huevo, papa, zanahoria y lo preparan en el Espinal”.
La Doña de Nadie, con una sonrisa de abuela querendona, hace parte de miles de mujeres que a diario luchan por el bienestar de su familia, soportando las inclemencias del clima, pero que sobrevive elaborando artesanías.
Igualmente, Severiano Rodríguez González, describe en su crónica a doña Hercilia, de aspecto campesino, robusta, sonrisa explosiva, con el acento natal de su pueblo Tenza, me lanza una de sus coplas: “Posada se le dará/cama en que dormir/pero otra cosita no/porque se empica a venir”.
Suelta una sonrisa, agregando rápidamente otra copla: “Tápame que tengo sueño/tápame que tengo frio/de media noche pa bajo/venga lo que es mío”.
Así trascurre la vida literaria de muchos habitantes de la localidad cuarta de San Cristóbal.