Con el resultado de las últimas votaciones en la Corte Suprema de Justicia para elegir Fiscal General de la Nación, donde una de las candidatas obtuvo trece votos a su favor de los veintitrés potenciales correspondientes a los magistrados que componen la Corte, pensamos que era una señal de que, de pronto, en la próxima Sala Plena, podría conseguir los dieciséis votos requeridos.
Este proceso que se surte es precisamente para que la Corte conozca los candidatos, estudie sus hojas de vida, revise sus trayectorias, pondere su independencia y mire el entorno por donde han discurrido en su vida profesional. Por ello hemos insistido que no hay que acosar al elector, sino permitirle un examen tranquilo, serio y cuidadoso de las candidatas, sin presiones de ninguna clase.
Esta muy bien que sea una dama quién próximamente ocupe el cargo; de los siete fiscales que hemos tenido desde que se creó la institución, solo una ha sido mujer, los demás han sido hombres; así que siempre defendimos la constitucionalidad de una terna compuesta solo por mujeres, como ha sucedido en esta oportunidad.
Sin embargo, con los mensajes en redes sociales que se destaparon en los medios de comunicación al finalizar la semana pasada, pareciera que se le ha enredado la elección a la ternada que venía punteando en el número de votos. El originador de estos mensajes ha sido nada más y nada menos que su esposo y compañero de vida y son bastante comprometedores y peligrosos.
Denotan los mensajes que su autor es un petrista bastante beligerante y comprometido; en ellos se va “lanza en ristre” contra todos los que considera detractores del gobierno actual, desdice de periodistas y medios de comunicación, se va contra el Fiscal anterior y sus antecesores, contra la misma Corte Suprema a la que considera que ha perdido la grandeza moral de otras épocas. El osado opinador no deja títere con cabeza y denota su cercanía profunda con el ideario del Presidente de la República y su partido de gobierno.
Esta muy bien que la mujer ya no está bajo la potestad marital como sucedía en otras épocas y que lo que sostenga su cónyuge o compañero, es algo personal que solo a él incumbe y no tiene por que comprometer a su esposa; sin embargo, un viejo adagio enseña, que “donde se comparte el mismo colchón, también se comparte la misma opinión”.
Sin duda, entre compañeros de vida se establecen lealtades, se fijan reglas de convivencia y se facilitan y conciertan acciones bajo las sábanas. Todo lo sucedido, seguramente ocasionara reflexión en muchos de los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia. La Corte tiene la gran responsabilidad de elegir a una Fiscal independiente para los colombianos, precisamente porque esta institución forma parte de la rama jurisdiccional del poder público y hay otro adagio popular que viene a cuento: “ante la duda abstente”.