De la pasión a la compasión (I) | El Nuevo Siglo
Sábado, 5 de Marzo de 2022

La guerra afuera solo es posible si estamos en guerra adentro.  Cuando evitamos que la lucha externa retroalimente nuestras sombras -continuando el ciclo-, transformamos nuestros caos en nuevos órdenes.  Creamos espirales de crecimiento.

¿Cuál es el origen de nuestros conflictos, de pequeña o gran escala? Nuestras manifestaciones del ego, que irrumpen en la cotidianidad y gobiernan nuestras vidas mientras no los observemos, acotemos e integremos.  Nuestros egos, de todos los seres humanos sin excepción, operan desde unas pasiones dominantes que van de la mano de distorsiones de pensamiento: emociones locas que se acompañan de ideas locas.  Las pasiones no son como nos las pintan, porque este mundo contemporáneo de consumo se sustenta precisamente en exacerbar la pasión como la máxima expresión de la especie humana.  ¡Somos apasionados! ¡Me apasiona tal cosa o la otra! ¿Qué te apasiona a ti?

Cuidado con las pasiones, pues son las que nos llevan al sufrimiento, a la división interna y con los otros o al imperio del deseo egoico. Quienes manipulan masas lo tienen perfectamente claro y para obtener lo que quieren mueven las pasiones: generan miedos, fomentan rabias, acrecientan vanidades, remueven envidias, atizan venganzas, promueven castigos, refuerzan ansiedades, justifican avaricias y potencian la desconexión del ser humano consigo mismo y con el todo.  Cuando “vivimos” desde estas pasiones dominantes nos descentramos de nuestra propia existencia.  Emerge el caos.

Apasionados, nos enganchamos en cuanta pelea se presente para dividir al mundo: desde la guerra entre Rusia y Ucrania hasta las garroteras entre quienes están a favor del aborto y los que no.  Todo conflicto tiene sus orígenes en estas pasiones que nos atraviesan y que podríamos trascender si nos ocupáramos en regresar a nuestro centro y no seguir divagando en la periferia. 

En la medida en que aprendemos a atestiguar nuestras pasiones y nos damos cuenta de que lo que en realidad nos lleva a la evolución individual y colectiva es el amor como fuerza vital, podemos dejar de estar divididos.  Integrar nuestras pasiones -iluminar nuestros egos- nos permite sanar nuestras propias divisiones internas, para soltar las expectativas sobre los otros y no engancharnos con las ajenas.  Cuando acotamos las pasiones y limitamos los egos podemos vernos a nosotros mismos con compasión, que es amor incondicional, no lástima. Al hacer esto interiormente, estamos listos también para ver a los otros con compasión, hagan lo que hagan digan lo que digan, se equivoquen como se equivoquen.  Empezamos a revertir el caos, construimos nuevos órdenes.

Evolucionamos desde la compasión, no desde la pasión.  Si hacemos esa transformación en nuestro mundo interno la podemos reflejar en la cotidianidad externa.  Mejorarán nuestras relaciones y construiremos otras experiencias desde el amor-fuerza.

 @edoxvargas