El aislamiento que nos ha impuesto la pandemia para contener el coronavirus Covid-19 y el recogimiento en la vida familiar ha propiciado la oportunidad de reflexionar sobre los valores de la familia, en la solidaridad con quienes están siendo afectados por el virus, en el deterioro de las condiciones para subsistir, en el empobrecimiento de la clase media como motor de la sociedad, en el significado de la vida y la muerte, en los cambios que está produciendo en los hábitos y costumbres y en las dinámicas sociales.
Por este panorama de incertidumbre y desesperanza es mucha la gente que ha vuelto sobre lecturas de libros escritos en épocas de pandemia, como el Decamerón de Boccaccio en la época de la peste negra o en la novela La peste de Albert Camus, acaso el libro más leído en este momento en el mundo.
La novela existencialista La peste, que luego de leerla termina siendo más una crónica larga narrada por el médico Rieux, uno de los personajes de la novela, se basa en la epidemia que sufrió la ciudad de Orán en Argelia en la época de la colonización francesa, luego de haber sido afectada en forma repetida por diferentes epidemias. La de la novela se caracteriza por la aparición de una plaga de ratas que salían a la superficie y que fue creciendo y, como consecuencia, la gente comenzó a morir de fiebre, de calor y de dolor en los huesos hasta que Orán se convirtió en un pueblo fantasma poblado por enfermos, en donde los muertos no cabían en el cementerio ni en los hornos crematorios y, entonces, había que lanzarlos al mar. De esa manera la ciudad se convirtió en un hospital custodiado por militares de la que nadie podía salir.
La novela contiene una profunda reflexión sobre la naturaleza humana, sobre la injusticia y los padecimientos, sobre la solidaridad humana, sobre las bondades del corazón del hombre en el que hay cosas más dignas de admiración que de desprecio. En esta narración los que no le encuentran sentido a la vida empiezan a perecer. Por ello contiene también una reflexión sobre los principios de la existencia; sobre el bien y el mal; sobre la importancia del amor para salvar al hombre y sobre la miseria de la condición humana.
Este texto inspirador tiene que ver con la ausencia del sentido supremo de la vida, lo que es equivalente al absurdo; así mismo, plantea un conflicto entre el sentido objetivo de la vida y la ausencia de ese sentido. Para enfrentar ese dilema, dicen los analistas, ha surgido la religión o la aceptación de lo absurdo.
Como la novela se divulgó inmediatamente después de la hecatombe de la segunda guerra mundial que casi lo destruye todo, incluido los valores de nuestra civilización, hay quienes consideran que se trata de una metáfora sobre el espíritu destructor del ser humano; sobre el horror de la muerte y el desprecio por la vida. Esos interrogantes y reflexiones son los mismos que estamos viviendo en la actual coyuntura.