El presidente Duque solía decir que en Colombia hay muchos problemas que se dejaron envejecer mal, pero pasados tres años de su gobierno varios no solo no se empezaron a solucionar, sino que han venido estallando. Entre ellos la seguridad, en sus distintas expresiones y dimensiones.
El carro bomba en la Brigada 30 de Cúcuta y el condenable atentado en contra del presidente en esa región fronteriza -por fortuna sin consecuencias graves-, las cifras de líderes sociales y exguerrilleros asesinados en masacres o individualmente y el informe de la CIDH concluyente en recomendaciones para enmendar violaciones a los derechos humanos (DD.HH) evidencian el estallido social de inconformidad y de inseguridad, y son contundentes comprobaciones del deterioro de las condiciones de seguridad que sufre el país.
El problema de la inseguridad se está expresando en todos los flancos. Ahora bien, la provisión de seguridad nacional requiere de una estrategia político-militar con premisas y lógicas distintas a las de la seguridad ciudadana y estrategias político-policiales más centradas en la promoción y protección de los DD.HH. que en la soberanía nacional, para lo cual un paso conveniente sería trasladar la Policía Nacional al Ministerio del Interior pues facilitaría, entre otros aspectos, que los dos tipos de estrategia -militar y la policial- se conciban bajo la responsabilidad de instituciones diferentes.
Que a la denominación del Ministerio de Defensa se le agregue “seguridad ciudadana” y se abra un viceministerio a su nombre produce más crecimiento burocrático que eficiencia.
Por ejemplo, los desencuentros y descoordinaciones relacionadas con el uso (y abuso) de la fuerza policial, que se produjeron durante las protestas de los últimos meses entre las autoridades nacionales y municipales, y entre estas y las policiales, en buena parte se dieron porque los comandantes de policía locales tienen una línea de mando similar a la militar, en la que los alcaldes como “primera autoridad de policía” no ocupan un lugar efectivo. ¿No se hubieran tramitado los desencuentros y coordinaciones mejor bajo la tutela del Ministerio del Interior y sus políticas que deben privilegiar los DD.HH.?
Es cierto que hay que aminorar los riesgos de ideologización que tendría la policía al pasar al Mininterior, no muy diferentes a los que ha tenido al depender del Mindefensa (civil). Y esto se puede lograr adoptando medidas institucionales para propender porque los ministerios de Defensa, Interior y Relaciones Exteriores adopten más políticas de Estado que de gobierno. Una de estas puede ser que una vez designado cada ministro(a) por el presidente, la comisión 2ª del Senado apruebe o no su posesión.
Por lo demás para cumplir las funciones de policía en la ruralidad del país, recomiendo el estudio que desde el 2015 publiqué a través de la Fundación Ideas para la Paz en el que argumento porqué y cómo crear una Guardia Rural Nacional que dependería del Ministerio de Defensa.
Adenda. La participación de militares colombianos retirados en el asesinato del presidente de Haití, ahonda la necesidad de elevar la temperatura ética de las instituciones armadas.