La pelea de la izquierda con el capital se presenta como una novedad en las divagaciones del buen sofista que es el presidente Petro. Este es un tema superado desde los años 80 del siglo pasado cuando el “reversazo” de Mitterrand, en aras del compromiso europeo, y ante el colapso de la economía y la disparada de la inflación, a consecuencia de la nacionalización de la Banca.
Desde España, Felipe González, con juvenil estilo, sacudió las telarañas del franquismo y se apuntó a esa política a pesar de que venía del otro lado de los Pirineos. Tales episodios determinaron el andar del continente europeo impulsado por el indeclinable compromiso de la social democracia con la libertad del hombre.
Las tareas de Jacques Delors y Laurent Fabius, ministros de Mitterrand, bien pueden servir de ejemplo al ministro Ocampo dueño, en estos días, de un silencio que preocupa.
El advenimiento de un gobierno de izquierda democrática en Colombia no causó mayor inquietud en la dirigencia nacional. Eso explica la construcción veloz de una coalición mayoritaria en el Congreso. El exitoso “muñequeo” del presidente electo es ejemplo de lo que debe hacer todo político inteligente y pragmático: armar mayorías en las Cámaras legislativas.
Por otro lado, la dialéctica contra el neoliberalismo, contra el capitalismo codicioso, no es propiedad de la izquierda. En lo esencial del pensamiento del Conservatismo prima la dignidad de la persona humana, “el humanismo heroico” de que hablara Maritain.
Hace 30 años, en plena euforia democrática por el colapso del Comunismo, planteamos, desde el Partido Conservador, la pregunta: Si el Comunismo fracasó porque no supo responder a los problemas del ser humano, ¿Qué pasará si la Democracia falla también en ese propósito? Respuesta: oiríamos el grito de masas más desgarrador de la historia (Una Democracia eficaz 2012).
La crisis financiera 2008/09 exigió la presencia de un Estado fuerte, arrinconado entonces por los cultores del neoliberalismo. Es que cuando la estructura de la empresa capitalista abandona el humanismo surge una injusta relación obrero patronal que compromete el futuro. El Estado surgió, entre otras cosas, para moderar esa relación obrero patronal. Pero, cosa bien distinta es pretender quedarse con el Capital (Fondo de Pensiones), y coartar la libertad al ciudadano (Reforma de la Salud). Eso es socavar los pilares de la Democracia.
Tremendo reto al espíritu libre del hombre contemporáneo provocó la coincidencia de los partidos Liberal, Conservador y de la U. No para frenar el cambio, como ligeramente se dice, es para hacer real el cambio. Esperamos que el gobierno atienda las propuestas de sus socios de coalición. En ese camino se encuentra con el partido de Vargas Lleras y con el Centro Democrático de Uribe Vélez. Colaboración, independencia y oposición, ejercidas con respeto a las reglas de nuestra democracia representativa.
Se está ignorando por el Pacto Histórico que el éxito de un gobierno no se mide por su afiliación partidista si no por su capacidad para resolver los problemas. No hay nada de avanzada en los globos de ensayo del partido gobernante. Ha caído en el sectarismo ideológico, hace tiempos dejado atrás por el ritmo moderno de la política.
Eso sí, es obligación perentoria de todos los partidos comprometerse a resolver tantos problemas de falta de oportunidades, hambre, desempleo, en fin, pobreza. No es hora de los diagnósticos sino de los proyectos concretos. El crecimiento económico no puede seguir siendo el objetivo principal de una sociedad. A la par debe estar la reducción de la pobreza. “El crecimiento económico debe estar subordinado a objetivos sociales amplios”. Esa es la manera de responder al grito anheloso de las masas. Esa es la meta a donde se debe conducir a nuestro pueblo.