De Ámsterdam, en el Mar del Norte, al delta del Danubio, en Rumania, a un par de horas de Bucarest, existe la más importante ruta fluvial de Europa, la cual conecta el noroeste al sureste del viejo continente.
Esta arteria fluvial está formada por la conexión del Rin y el Danubio a través del canal del Main, llamado también Canal Europa, el cual fue una de las grandes ambiciones del hombre europeo por siglos.
En el año 793 el emperador Carlo Magno ordenó la construcción de la Fossa Carolina, un canal que conectaba algunos de los afluentes de estos ríos. Sin embargo, se carecía en el momento del conocimiento para desarrollar exclusas, lo que hizo de este primer intento algo muy primitivo e ineficiente.
De 1836 a 1846, el rey Ludwig I de Baviera, el mismo que erigió el magnífico castillo Neushwanstein, construyó el “Canal de Ludwig” entre Bamberg y Kelheim, dotado de algunas esclusas, pero muy estrecho y con poco caudal, lo que siempre dificultó su utilización.
Además, fue precisamente durante esos años cuando se desarrollaron en el mundo las redes ferroviarias como medio de transporte, rápido, eficiente y económico, desplazando la movilización más complicada por los ríos.
En las décadas consecuentes, muchos proyectos fueron aprobados, especialmente por los gobiernos de Baviera y luego de Alemania, sin mayor éxito. Luego de su destrucción parcial, durante la II Guerra Mundial, por varios años el canal pasó al olvido.
Sin embargo, en 1992, debido a la insistencia de los enamorados de la construcción del canal conector de los dos magníficos ríos, el sueño, finalmente, se hizo realidad. Hoy, del delta del Rin al delta del Danubio, (2.847 Km.), existe una ruta fluvial por donde se transporta carga comercial y navegan un importante número de barcos turísticos. Esto ha traído riqueza a grandes y pequeñas poblaciones de sus riberas, sobre todo a aquellas que aún hoy luchan por recuperarse del atraso que sufrieron durante los años de control comunistas del siglo XX.
El recorrido atraviesa 9 países: Holanda, Alemania, Austria, Eslovaquia, Hungría, Croacia, Serbia, Bulgaria y Rumania, y 70 exclusas de todo tamaño, inclusive las magníficas de la Puerta de Hierro, represa localizada entre Rumania y Serbia; dos esclusas continuas que bajan o suben el barco 60 metros, depende su dirección.
En el trayecto se encuentran gargantas de gran belleza como la del Rin, de Bingen a Coblenza, (Patrimonio de la Humanidad). Allí, en cada recodo del llamado Valle Romántico del Rin, se observan fortalezas y castillos que compiten en belleza, localización, historia y leyendas; descritos y admirados por importantes escritores, poetas, pintores y compositores por igual.
El Danubio no se queda atrás con las fantásticas gargantas que se forman a su paso entre los montes Cárpatos, tan estrechas que escasamente pasan los barcos por sus acantilados de granito.
Como no mencionar algunas de las muchas, fantásticas, ciudades que encontramos en sus orillas como: Dusseldorf, Colonia, Frankfurt y las inolvidables Viena y Budapest, en todo su esplendor, vistas desde su amado rio, inclusive Belgrado, en plena recuperación. Todas con sus magníficos tesoros, grandiosas catedrales, palacios, teatros, historia, igual los pequeños pueblos, todos ellos.
Esta navegación es un sueño que tuvo el hombre hace muchos siglos y que hoy se ha cumplido.