Deleite rítmico de palabras (V) | El Nuevo Siglo
Miércoles, 4 de Diciembre de 2024

En esta serie que ha sido para mí refrescante deleite singular, con el gozo de repasar vidas y páginas que en su contenido elevan el espíritu, llego complacido a esa colmena de palabras como fue la mente del bien calificado Maestro” de las letras, el vate payanes Guillermo Valencia Castillo (20-10-1873 a 08-07-43).

Se llamó a Valencia “varón estético”, pues el mundo para él, solo existió como belleza…Fue ciertamente ecléctico, pues para él “conocer fue sentir, pero sentir con múltiple belleza” alma, a la vez gentil y cristiana, antiguo y moderno. En el orden de las sensaciones igual gama cambiante. Hay pureza en su exposición estética y sentido universal de la vida, de la cultura, estando allí inmanente el contenido de sus Ritos”, y lección permanente de su enseñanza viva, que seguirá fluyendo de esa catedra la presentación de sus mejores versos.

En el fondo Valencia fue cristiano, pero se refleja en lo que, bajo el consejo del ateo Nietzsche, “se escribe con sangre”. Brotan de su pluma, como en burbujas sus versos, en la evocación de “Leyendo a Silva”, “sacrificando un mundo para pulir un verso”, y llegando él, para mí, a cumbre de poemas por su contenido profundo y la altura de sus versos: “ANARKOS. Abrió, allí, su corazón el Maestro, su gran sentido social, basado en el mensaje que contiene respuesta insuperable a todos los problemas: “esta sola palabra: JESUCRISTO”.

 Qué plenitud se siente, que “gratitud a Valencia”, cuando se continúa recitando el poema “San Antonio y el Centauro”, con profundo discurrir que concluye con el silencio de la bestia, y el borrarse sus huellas en el desierto. Además: qué placentero repasar estrofas de “Los Camellos”, “Cigüeñas Blancas” o “Job”, “viviente escombro del dolor”: que emulo el propio contenido bíblico. “Amor verdadero”, y “A Popayán, cierra esta encantadora y sublime colección a quien hemos de decir con voz gratificante: “¡Gracias Maestro!”

No está mal que, enseguida del ante todo clásico Valencia, pasemos a “deleite rítmico” con el chiquinquireño Julio Flórez (1867-1923), “el más espontaneo y popular de nuestros poetas”. Pero fue fundador, en Bogotá, de la “Gruta Simbólica”, a donde llevó a poetas como José Asunción Silva. Se veía señalado como “el último trabajador”, y gran intérprete de las ideas del pueblo colombiano, “bardo romántico por antonomasia”. Se define a sí mismo como “un pigmeo que aún sueña lo que soñé”: Ha sido la ocasión de repasar, (algunas por Primera vez las poesías de Flórez), en cuadernillo dirigidos “por Simón Latino, y advertir lo expresado en los conceptos anteriores. Desde su poesía a “La Araña”, “Idilio eterno” y “Flores negras”, “A las 14 Altas Ternuras”, “Al Mar Caribe”, “A mi Tumba”, “Gotas de Ajenjo”, y allí “Tú no sabes amar”, que finalizó: “El amor nada vale sin tormentas; sin tempestades, el amor no existe”. “Eli, Eli, Lama Sabactani”, cierra bien este variado concierto de “deleite rítmico” del realmente ecléctico Flórez. (Continuará).

*Obispo Emérito de Garzón

Email: monlibardoramirez@hotmail.com