Los usuales destiladores de odio, quienes no mencionaré, pues bien sabemos quiénes son, se han dedicado a inventar un falso Apocalipsis desde que el presidente Iván Duque presentó sus objeciones a 6 artículos de los 159 de la Ley Estatutaria de la JEP.
Es tal el panorama apocalíptico que se podría creer que dichas objeciones acabarán con la JEP, los acuerdos de la Habana, “la paz” y la misma Colombia. Mejor dicho, a esos personajes solo les falta decir que las objeciones de Duque están a punto de causar la III Guerra Mundial.
¡Qué sartal de mentiras, exageraciones e invenciones las que hemos leído y oído alrededor del planteamiento de Duque! No hay escenario terrorífico o devastador que no haya sido esbozado por los furi-izquierdistas, los anti uribistas obsesivos, los columnistas que odian a todo lo que sea centro o derecha, que ven detrás de cada conservador a un “monstruo con guadaña”, y a quien no se acoja a su designio, o cuestione su plan “perfecto”, como un enemigo de la paz.
Ello son poseedores de la verdad única y guardianes designados de la paz. Todos los demás somos demonios, enemigos acérrimos de la JEP, o somos unos imbéciles que no entendemos que solo ellos, ¡y solo ellos!, son los escogidos para solucionar los problemas de la Patria.
Los destiladores de odio repiten desde sus columnas y sus múltiples plataformas en medios y en redes sociales, su destructor mantra, “nosotros somos los amantes de la paz, ustedes los enemigos”.
Esa perversa y difamatoria mentira, repetida hasta la saciedad por años, es una nauseabunda semilla de odio que emponzoña a la sociedad, promueve la hostilidad y destruye la concordia entre los colombianos.
Quizá estos autonombrados “adalides de la paz”, no han tomado conciencia del mal que semejante dialéctica causa al país, a las víctimas y a la paz, porque irresponsablemente profundiza la división entre nosotros.
Inexplicables las declaraciones del procurador Fernando Carrillo, a quien respeto por su ecuanimidad, al enfrentar al presidente con frases como: “estas objeciones generan un enfrentamiento entre los poderes públicos” (…) “Quienes estamos en el sector público debemos respetar la democracia y el Estado Social de Derecho y aquí no se está haciendo (...).
Bien sabe Carrillo que las objeciones del Presidente tienen el respaldo del artículo 200 de la Constitución de 1991. Que son un mecanismo legítimo de control político entre el ejecutivo y el legislativo, por lo tanto, fortalecen la democracia y la separación de poderes.
Además, fueron hechas por Duque con el mayor respeto hacia la Corte, los acuerdos, quienes se acogieron a ellos, y por las víctimas. Lamentablemente primó en Carrillo su ambición, quizá por una futura candidatura presidencial.
Con honestidad, sin dejarse manipular de los sembradores del odio y del fatalismo, la nación deberá recapacitar sobre la inconveniencia presente y futura de dichos artículos de la Ley Estatutaria de la JEP.
Es claro que el cacareado “choque de trenes” entre instituciones no lo causó el Presidente sino aquellos que con sus mentiras han exacerbado (¿intencionalmente?) el ambiente. Bien harían en enterrar sus odios, a ver si por fin dejan pelechar la paz. Si el Congreso actúa con seriedad, celeridad y propósito patrio, no politiquero, la JEP, los acuerdos y la paz saldrán fortalecidos.