DIANA SOFÍA GIRALDO | El Nuevo Siglo
Viernes, 22 de Noviembre de 2013

Preste y no pague

 

El crecimiento de la cartera vencida del Icetex es una de las peores noticias que puede recibir el país, aunque, como todo lo verdaderamente grave, pase inadvertida. Y es alarmante por dos razones: afecta la cúpula profesional y demuestra el alto grado de desempleo calificado.

Este Instituto viene desempeñando una labor trascendental desde que a su fundador, Gabriel Betancur Mejía, se le ocurrió facilitar los estudios en el exterior de los                     estudiantes colombianos, que tenían las capacidades pero no los recursos económicos para especializarse en universidades extranjeras.

El acceso a las instituciones educativas más calificadas del mundo estaba fuera del alcance de la inmensa mayoría de familias colombianas. Sus costos prohibitivos les  cerraban las puertas a nuestros jóvenes más brillantes y convertían los estudios en ellas en un privilegio, reservado a los herederos de grandes fortunas. Una especie de oligarquización del conocimiento.

Gabriel Betancur no se limitó a quejarse de semejante injusticia. Ideó una solución y la puso en práctica, con un Instituto que prestaba los fondos necesarios para adelantar especializaciones en el exterior y que los beneficiarios   pagaban, en condiciones muy favorables, cuando comenzaban  a trabajar.

El instrumento fue perfeccionándose. Se amplió su presupuesto. Aumentó la cobertura. Creció la lista de estudios  financiables. Se incluyeron estudios en el país. Plazos y condiciones fueron acomodándose a las necesidades crecientes de una sociedad que vio en la educación el motor del mejoramiento personal y colectivo. El Icetex siguió acumulando méritos sin interrupción, que el país no ha reconocido en sus verdaderas dimensiones.

Por eso duelen los datos divulgados en estos días, a propósito de la campaña para normalización de cartera, forzada por una morosidad que hace rato superó los niveles       razonables. De los cincuenta mil morosos que tienen deudas vencidas por trescientos cincuenta mil millones de pesos el Instituto espera arreglar la situación de veinticinco mil, recurriendo a una especie de maratón de descuentos, para facilitarles que se pongan al día. Ojalá lo consiga.

Según lo expresa el Director del Instituto en reportaje a La República, este año recibió cien mil solicitudes, que no podrán ser atendidas por falta de recursos. Si no se invierte esta tendencia comienza una caída en espiral, donde los beneficiados que no pagan sus créditos les cierran el camino a los más jóvenes,  que aspiran a financiarse sus estudios.

¿La cultura del no pago contaminó los sectores con más alta educación?

Pero no todos los deudores morosos son de mala voluntad. El aumento de cartera vencida incluye a quienes no pueden pagar por falta de ingresos. Es decir, a los desempleados. Estudiaron hasta acumular grados y conocimientos, pero no tienen oportunidad de demostrarlos porque crece a diario el número de doctores desempleados, uno de los más penosos componentes de la desocupación que golpea a los jóvenes colombianos.

No se sabe qué es peor, si la postura de présteme pero no le pago, la insolidaridad con los que vienen detrás o el desempleo profesional, que afecta a los jóvenes mejor preparados y es un semillero de resentimiento