DIEGO ARANGO* | El Nuevo Siglo
Lunes, 28 de Noviembre de 2011

Estado de nuestras vías 

 

 

Un gran déficit colombiano se encuentra en las vías nacionales. Con la temporada de lluvias vuelven los deslizamientos y grandes averías en las carreteras. Los accidentes son numerosos y el desespero de la gente. No es posible que pasen décadas y Colombia siga siendo un país súper atrasado en infraestructura vial, pues el mayor signo de progreso para cualquier nación es contar con vías y accesos  vehiculares.

El problema radica en la corrupción, en falta de políticas integrales y un propósito de gobierno tanto nacional como departamental para dotar al territorio nacional de vías en perfectas condiciones. La mejor inversión que dispara la economía y disminuye los costos de operación, mercancías y reducción en el consumo de combustible, llantas, motores y accidentalidad es una buena red de carreteras. Pésimo negocio el que hacen los gobiernos al no entender que la mayor prioridad actual está en la infraestructura vial. Hay que acabar con el abuso de algunos políticos concesionarios que se apoderan de las vías como negocios propios. No hay derecho que congresistas y sus familias sean los contratistas de concesiones de vías como sucede en la Costa Atlántica y otros departamentos. Carreteras como la doble calzada a Girardot, a Tunja, la Ruta del Sol, el túnel de La Línea y el de Sumapaz, las carreteras en Santander, el Eje Cafetero, Valle del Cauca se encuentran cada año acabadas con el invierno; obras inconclusas y de pésima calidad son el común de nuestras vías, mientras los vehículos, la gente y la economía sufren las consecuencias, los políticos siguen haciéndose elegir comprando lideres y votos para enriquecerse más y más a costa del sufrimiento de un pueblo y su economía.

En pocas palabras, mientras estemos en manos de esa mafia de contratistas y políticos abusivos, pasarán los años y en cada invierno veremos accidentes y muertos, trancones interminables, equipo automotor destruido y una economía estancada a causa de estos males que tanto nos perjudican. Por eso saludo con entusiasmo el propósito del presidente Santos y su deseo de poner control a la infraestructura, acabar los sobrecostos, malos trazados, improvisación, la falta de interventoría, los financiamientos inadecuados por parte del Estado, la adjudicación de contratos a intermediarios en complicidad con políticos, a las adiciones y carencia de estudios con diseños serios, con cronogramas de obra probables que no permitan atrasos. Sólo así es posible que en las próximas dos décadas, si nos proponemos, tendremos unas carreteras que soporten los miles de vehículos que ingresan anualmente a circular y que permitan un tránsito libre y adecuado a una nación que promete y necesita mucho como la nuestra.

diegorango@teleamiga.com

*Presidente Canal Teleamiga Internacional