Diego Arango | El Nuevo Siglo
Jueves, 10 de Marzo de 2016

OTRO MAL DEL SIGLO XXI

La corrupción no paga

 

NO hay nadie intocable sobre la tierra, todo aquel que se involucra en la corrupción termina descubierto. Hoy es muy difícil ocultar bienes mal habidos, eludir el control fiscal, el enriquecimiento ilícito y todo aquello que tenga que ver con corrupción. El caso del expresidente brasilero Lula Da Silva ha conmovido al mundo, pues se trata de un ícono de la superación y el liderazgo. Lula proveniente de un hogar humilde, luchador por la causa de los más pobres y desvalidos, defensor de los trabajadores. Se ha visto enredado en casos de profunda corrupción con capitales difícilmente justificables. Parece que también toca a la presidenta Dilma Rousself, sucesora del emblemático expresidente.

El caso es que la tentación del dinero fácil por la influencia y el poder cobra en algún momento y es así como grandes personajes del mundo se han visto enredados en escándalos y juicios  como hace unas décadas atrás el príncipe Bernardo de Holanda, ahora la hija del Rey Juan Carlos de Borbón y hermana del actual monarca, igual que su esposo y cuñado del Rey. En Brasil mismo el expresidente Fernando Collor de Mello, recientemente el flamante presidente de la Fifa Joseph Blatter y una decena de altos dirigentes del fútbol mundial. Magnates poderosos como el caso Maloff y aquí en Colombia los hermanos Moreno Díaz, nietos del expresidente Rojas Pinilla y sus secuaces. En fin, son muchos, pero muchos los casos que se podrían enumerar. En los gobiernos, cuantos alcaldes, gobernadores, ministros, parlamentarios, diputados y concejales, además de funcionarios públicos involucrados en sonados casos de corrupción, jueces, magistrados, académicos y empresarios. La lista es de no terminar, por donde se toca sale pus, pues el abuso del poder y el utilizar sus cargos para enriquecerse es una constante en el mundo. Ya el Papa Francisco dijo que el corrupto no se considera pecador, pues este lleva una doble vida, el peca y no se arrepiente, se justifica y enmascara su vida salvando las apariencias.

Pero finalmente el corrupto cae, porque siempre deja rastros y ahora que estamos en el siglo de las comunicaciones y controles todo se sabe, se conoce y es muy difícil ocultar. Capitales escondidos en paraísos fiscales, a través de sociedades de papel off shore a nombre de terceros y testaferros terminan saliendo a la luz pública. Hoy es imposible esconder los dineros mal habidos, antes los enterraban, ahora se camuflan, pero todos caen. Estamos en un mundo en línea, todo deja rastro, todo está interconectado, el manejo de dinero en efectivo es sospechoso y perseguido, comprar oro no es sencillo y venderlo justificado casi imposible. Así que la corrupción no paga, es pan para hoy y hambre para mañana.

arangodiego@hotmail.com