DIEGO ARANGO* | El Nuevo Siglo
Miércoles, 14 de Septiembre de 2011

Marchas vandálicas


“No podemos seguir siendo complacientes con la agresividad”


EN  un Estado de Derecho, las protestas e insatisfacciones de la gente son válidas y se deben respetar. El Gobierno está en la obligación de garantizar el normal desarrollo de esas jornadas, pero con condiciones y obligaciones de orden, respeto y que sean pacificas.


Vemos en esas marchas es otra cosa, un puñado de revoltosos y vándalos, gritando improperios sin sentido, reclamando cosas que ni saben, destruyendo el amoblamiento urbano y abusando del evento pintando fachadas de almacenes, locales y edificios con tintas y poniendo avisos obscenos con leyendas vulgares sin sentido. ¿Es eso protesta? No, no lo es, eso es un atrevimiento y falta de respeto ciudadano con la complacencia del Estado, pues sólo es observar el paso de la marcha y ver el comportamiento de esos salvajes destruyendo todo a su paso. Jóvenes que ni estudian ni trabajan, nada aportan a la sociedad; anarquistas y vagos que sólo buscan el desorden y caos para hacerse sentir sin causa ni razón. Ignorantes que se dejan convencer por líderes desadaptados que esos sí saben lo que hacen, crear clima de inseguridad y malestar ciudadano.


Ese tipo de protestas no se pueden autorizar ni dejar progresar, producen efectos nocivos a la sociedad, dejan saldo en rojo y generan un clima de violencia que es inconveniente para un país en crisis de orden y respeto. No podemos seguir siendo complacientes con la agresividad, eso no es ninguna expresión democrática, esas marchas no sirven para nada, lo contrario, son extremadamente peligrosas ya que generan enfrentamientos entre los agredidos y agresores que pueden dejar heridos y hasta muertos, a más de perdidas económicas. Sólo miremos la última marcha y observamos que no tuvo ningún efecto. El Gobierno ni le para bolas a eso, los marchistas disuelven la jornada y nada queda, pero en cambio la ciudadanía sufrió un tremendo malestar, se incomodó y el comercio soportó sin ton ni son el rigor del paso de miles de personas quebrando sus vitrinas, ahuyentando a sus clientes y aguantando pérdidas a cambio de nada. Personas que quedan heridas, algunas veces se han registrado hasta muertos, vehículos destrozados y un clima de violencia que ensombrece el espíritu de las ciudades. Sí, yo protesto por estas manifestaciones de violencia, ante el Gobierno por autorizar esa insensatez, protesto porque soy ciudadano de bien como usted, que proscribimos toda forma de intimidación y agresión, protesto porque anhelo un país en paz donde se pueda transitar y vivir sin ser víctima en nuestra propia integridad. Protesto porque respeto y amo a mi país.
*Presidente Teleamiga Internacional