Marco para la paz
Muy activo ha estado el país en el tema del marco para la paz; se trata de un acto legislativo que modifica una vez más la Constitución para abrir una puerta jurídica para que los alzados en armas puedan reincorporarse a la vida civil bajo condiciones especiales. Partiendo de mi punto de vista, todo lo que permita alcanzar la vía para la paz es bienvenido, pues tomando el viejo aforismo de que es mejor un mal arreglo a una buena guerra, considero que si este marco deja al Gobierno negociar con los alzados en armas su entrega y sometimiento a la justicia, bien vale la pena. Lo contrario sería otra frustración más desde que el presidente Belisario Betancur inició un proceso que terminó con la masacre del Palacio de Justicia. Luego vino el gobierno de Barco y algo se alcanzó con la entrega del M-19, el Epl y otros grupos. Más adelante el presidente Pastrana con firme intención de paz abrió el proceso del Caguán con la frustración vivida y últimamente la mano dura del presidente Uribe que militarmente los disminuyó.
Este gobierno del presidente Santos tiene el buen propósito de llegar a una negociación pero el clima del país es de escepticismo, la gente no cree en la guerrilla, sus actos son totalmente contrarios a la paz y lo peor es el secuestro, la extorsión, el narcotráfico y las armas. ¿Cómo se puede hablar con gente así? No hay credibilidad, mucho menos confianza, pero por todas estas razones no podemos satanizar este nuevo proyecto, hay que confiar en el Gobierno, pues el Presidente ha manifestado su voluntad pero también su prudencia.
El expresidente Uribe es contrario a esta posibilidad y no es por llevar la contraria, es que él conoce muy bien el alma de esa guerrilla indolente, teme mucho que lo que se ha alcanzado en materia militar y debilitamiento de los bandidos, se pierda por un refortalecimiento de esta gente en un proceso de paz que resulte fallido. Tiene razón, pero por eso no podemos negar la posibilidad de lograrlo.
El Congreso ya aprobó el marco para la paz y la reforma a la justicia. Con estos dos actos legislativos el Gobierno puede entrar a negociar con los grupos alzados en armas, pero ha sido claro que no tendrán vocería política aquellos que hayan sido condenados por la ley y la gran mayoría de los jefes subversivos lo están, de manera que Timochenco, Márquez y demás cabecillas no accederán a curules en el Congreso. De todas maneras debemos esperar que se alcance lo mejor para Colombia y que es preferible aun con dolor en el alma, que esa gente se reincorpore en cualquier condición, dejando las armas, el secuestro y el narcotráfico que continuar por muchos años más en esta inseguridad tan terrible que no nos permite progresar.
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*Presidente Canal Teleamiga Internacional