DIEGO ARANGO | El Nuevo Siglo
Domingo, 16 de Octubre de 2011

Por la vida

 

EN  acto sin razón humana el Congreso hundió el proyecto de ley que buscaba proteger la vida desde su concepción hasta la muerte natural. La Comisión Primera del Senado votó negativamente este proyecto que se hacía con el solo propósito de frenar el uso y el abuso que se está dando con las criaturas por nacer, negándoles la oportunidad que nosotros sí hemos tenido. Estamos en un mundo insensato, solidarizado con la cultura de la muerte, con expresiones dadas por diferentes parlamentarios, como que “el país no puede devolverse en el tiempo a épocas de barbarie y de salvaje”. ¡Por Dios! Qué es esto, como si proteger la vida de los seres más indefensos como lo son los inocentes niños en formación y los ancianos o enfermos sea un acto de barbarie y salvajismo, cuando sí lo es descuartizar a una criaturita en el vientre materno o aspirarla o quemarla para obligarla a morir de la manera más cruel e inhumana como se hace con el aborto. O que decir del pobre anciano con demencia senil o cualquier otra enfermedad que resulte inconveniente a los intereses de la familia y se le aplique una inyección letal para acabar con su vida, eso sí es salvajismo y barbarie.
El mayor argumento de los pro-muerte es que quienes defendemos la vida lo hacemos por motivos religiosos como si evitar la muerte fuera sólo tarea de la religión. No, pero sí es cierto que las religiones conservan la vida y la protegen; enseñan respeto por ella, por los demás, por la familia, por los valores y por todo aquello que construye a la persona humana. Más allá de la religión esta la naturaleza, tenemos un equilibrio natural que permite a la población humana desarrollarse tal como sucede con toda especie animal, pero sólo los racionales pretendemos con nuestra mano evitar el natural crecimiento.
De otra parte son nuestras leyes y la voluntad popular quienes impiden matar, la Constitución del 91 negó categóricamente aprobar el aborto y blindó la vida con el articulo 11 y afirmó a la familia en el 42, pero la Corte Constitucional violando el orden establecido de la competencia de poderes, legisló por encima del Congreso, yendo más allá del espíritu del constituyente y aprobó el aborto en tres casos, desconociendo el artículo 93 de la Carta que obliga al cumplimento de los tratados internacionales ignorando que en el Pacto de San José del año 1969 se estableció que la vida comienza desde la concepción y Colombia firmó dicho pacto. Por eso adelante y el paso siguiente será la vía del referéndum porque hay que seguir luchando por la vida.